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V IC E N T E MUÑIZ 39 Este mundo de realidades esenciales se presenta, como el intuitivo, autárquico y autónomo. Sus certezas y verdades no dependen de los sentidos, sino de la inteligencia misma y de las realidades abstractas, en cuanto tales. El principio, «el todo es mayor que la parte», no es ver­ dadero ni engendra certeza, porque haya sido comprobado experimen­ talmente en casos concretos y se haya elevado, por un trabajo laborio­ so de inducción, al rango metafísico. Es verdadero y engendra certe­ za, porque la mente es de tal estructura que ve las nociones todo y parte. Y estas nociones tienen virtud en sí mismas, para imponerse a la mente, como son: el todo, mayor que sus partes. Los sentidos sir­ ven sólo como punto de arranque en la formación de las nociones to­ do y parte. Su función acaba ahí. El entendimiento queda así eman­ cipado de los sentidos en lo que afecta a certeza y verdad de las rea­ lidades transcendentales o metafísicas. Y en lo que afecta también a la inteligibilidad de éstas B. A la intuición de im objeto bello, por parte de la inteligencia, co­ rresponde en la voluntad la fruición amorosa. Con estos tres elemen­ tos: intuición del objeto, posesión del mismo y fruición amorosa en él, la estética no pasa de ser una ciencia de lo sensible. Una rama de la psicología. Pero no una ciencia metafísica. Para que la estética ad­ quiera rango metafísico es necesario introducir la abstracción. Por ello el problema de la estética, como ciencia metafísica, es el conju­ gar la abstracción con la intuición. Y la fruición o el gozo estético con una teoría metafísica, y no psicológica simplemente, de la posesión del bien y de lo bello. La intuición y la abstracción son concebidas, con frecuencia, como cosas incompatibles. Se contraponen los caracteres de ambas, para hacer resaltar esta incompatibilidad. La abstracción es conocimiento discursivo. Discurre enhebrando razonamientos, por deducción o in­ ducción. Representa laboriosidad e inquietud en su proceso. La intui­ ción, en cambio, pone de golpe en comunicación directa e inmediata 33. «P rim o m odo ac cip iendo in d u c tio n e m , n u n q u am aliquod p rincipdum n o tu n i ex te rm in is co g n o s d tu r p e r in d u c tio n em , q u ia ta lis p rin c ip ii n o n s u n t p rin c ip ia p rio ra , sed tam e n n o s c itu r e x te rm in is . U n d e h a ec u n iv e rs a lis : om n e to tu m est m a iu s sua p a rte , est p rim o e t p e r se n o t a ; nec assentio illi, q u ia assentlo h u ic : hoc to tu m est m a iu s su a p a rte , ideo quando as s e n titu r a lie u i p rim o p rin c ip io , n o n as s e n titu r illi p e r in d u c tio n e m , is to m odo sum endo in d u ctio n em » . Rep., 1. I l l , d. 24, q. unic., n . 23; t. 23, p . 457b. « U n d e e v id e n tia p rin c ip io ru m in sc ie n tia n o n d ep en d et ex s in g u la rib u s ... sed p rin c ip ia s u n t n o ta ex te rm in is ap rehensis, secundum quod te rm in i u ltro se offe- r u n t in te lle c tu i, e t res o lu tio c e rtitu d in is s ta t in hoc, quod ille est talliis in te lle c tu s , e t h i tales te rm in i» . Ox., 1. 3, d. 24, q. u n ic ., n . 19; t. 25, p . 49a.

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