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V A L E N T IN M ARTINO DE SOTO 9 de poner en entredicho nuestro optimismo sobre la vida consagrada. Casi sin quererlo nos viene a la memoria una frase célebre: «¡Qué hermosa sería la Iglesia y qué atractiva si no hubiera cristianos!». Y es que una cosa es la vida consagrada, como tal, perteneciente al ser original de la Iglesia, y otra la encamación de esta vida en hombres concretos, adscritos a las instituciones de origen positivo y humano, que han ido apareciendo en la Iglesia a lo largo de su historia. Al en camarse la vida de perfección en elementos humanos, necesariamente tiene que verse afectada por éstos, en razón de su deficiencia, de su temporalidad, de su radical imperfección, de su falta de adecuación a las exigencias de la llamada del Espíritu. No hay pues que extrañarnos de que medien distancias, más o menos grandes, entre el esquema teó rico de la vida perfecta y su realización concreta. Por ello es justamen te aquí, en el terreno de lo concreto, donde se impone la renovación. Las realizaciones históricas de la vida de perfección pueden y deben evolucionar; hay que hacer un esfuerzo para conseguir una mayor ade cuación de las mismas a esos esquemas teóricos y teológicos de la vida perfecta, tal cual muy someramente hemos analizado. El título del de creto es por sí mismo elocuente: «De la adecuada renovación». Omitimos el indicar las principales etapas y vicisitudes que sufrió este decreto, «de accommodata renovatione vitae religiosae», hasta su definitiva aprobación 27. En última instancia lo que cuenta es el texto tal como ha sido aceptado por los Padres. Es más, el fijarse obstinada mente en proposiciones de esquemas anteriores, que no han pasado al definitivo, podría provocar hasta cierta desconfianza; denotaría la actitud poco leal del que acepta como a regañadientes y con reservas el texto definitivamente aprobado, con el subsiguiente peligro de in terpretar injustamente su contenido. Al leer el decreto por vez primera tal vez se apodere de uno una co mo sensación de frustración y desencanto. De hecho no ha gustado a todos. Tal vez quede uno defraudado entre lo que a primera vista apa rece y lo que te hacían esperar sus ambiciones precipitadas. Sin em bargo basta un estudio más reposado y concienzudo del mismo, para convencernos de lo equivocado de esta primera impresión. En realidad, y a pesar de su brevedad y de los términos generales de orientación en que se mantiene, dice mucho más de lo que a primera vista aparece. 27. Puede con todo re s u lta r in te re s a n te su estudio. C onociendo el d e v e n ir de cada u n a de las proposiciones, y estu d ia n d o las correcciones propuestas p o r los P a dres, se puede lle g a r a com p ren d er m e jo r el alcan ce del te x to . Consúltese las m ú lti ples vicisitudes de este esquem a h a s ta ser p ro c lam a d o p o r los P ad res en Io a n n e s B e y e r, S. J., Decretum "Perfectae caritatis" Concilii Vaticani II: Periódica de re moraXi canónica litúrgica 55 (1966) 432 ss.
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