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V A L E N T IN MARTINO DE SOTO 23 m in an te : «Por lo cual dichos institutos han de acomodar conveniente mente sus reglas y costumbres a las exigencias del apostolado que de sarrollan» 71. Para poder trabajar con eficacia y garantía entre los hombres, es preciso conocer a fondo sois modos de pensar, saber ilum inar cristia nam en te los problemas que les a fectan , m anejar los medios técnicos que se utilizan hoy en la vida social, etc. Esto exige una amplia adap tación, que va desde los aspectos m ás espirituales de cultura y modos de expresión, pasando por los meramente funcionales de trabajo y m e dios de comunicación, hasta lo más externo de horarios, relaciones so ciales, etc. Nada de esto tiene un valor religioso y sagrado. Todo tiene pues que ser revisado y retocado, conforme lo exijan razones verda deramente religiosas y apostólicas. De todo esto hay alusiones a lo lar go del decreto. Valga por todas esta norm a de carácter m ás general: «La norm a de vida, de oración y de trabajo, ha de estar en consonan cia con las condiciones físicas y psíquicas actuales de los miembros, y, según lo requiera el carácter de cada instituto, con las necesidades del apostolado, con las exigencias de la cultura, y con las circunstancias sociales y económ icas, en todas partes, pero sobre todo en las m isio nes» 72. EL RELIG IOSO DE DESPUES DEL CONCILIO Podemos ya concluir preguntándonos cómo será el religioso de «después» del Concilio. No hace fa lta indicar que la línea divisoria de estas dos vertientes «antes» y «después» no puede fundarse en datos meramente cronológicos, tom ando sin más como punto de partida las promociones posteriores a la clausura del Concilio. Está claro, en cambio, que el eje en que se articulan el «antes» y «después» se in i cia con los primeros religiosos formados en las nuevas condiciones creadas por el Concilio. Ese «después» se refiere sobre todo a la nue va mentalidad, nueva sensibilidad, al nuevo espíritu que se ha de suponer en las generaciones troqueladas en la riquísima y variada im pronta conciliar. En este aspecto creemos que no es atrevido hablar del religioso de «después» del Concilio como diferente del actual, a medida que hayan tenido en él plena verificación las norm as concilia res. De otro modo el Concilio no hubiera tenido sen tido; para seguir todo lo m ismo, para mantenerse en un infructuoso inmovil'ísmo, total 71. Ibid., n . 8 , p . 706. 72. Ibid., n . 3, p . 704.
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