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20 E L R ELIG IO SO DESPUES DEL CON C ILIO signo tiene que ser fácilmente comprensible para aquellos a quienes se dirige. En este aspecto se ha de ordenar la vida de los religiosos de manera que su testimonio resulte m ás adaptado a las circunstancias actuales, y más transparente para los hombres de hoy. Tengam os en cuenta que se han desarrollado sistemas intelectuales, sociales y po líticos, que han influ ido enormemente, cambiando la m anera de pen sar y de vivir en casi todas partes. Urge pues una revisión de muchas cosas, de acuerdo con la cultura, ambiente social, exigencias y sensi bilidad actuales. ¿Cómo puede por ejemplo un hombre de hoy descu brir la inspiración evangélica de una vida conforme a los usos sociales de siglos pasados? Algunas cosas deben cambiar para que el testim o n io de los religiosos sea verdaderamente apreciado y estimado, más aún, comprendido y eficaz en medio del ambiente en que vivimos y somos. Espigando a lo largo del decreto queremos llamar la atención, en este orden de cosas, sobre algunos puntos de mayor interés y actua lidad. a) La vida en común. «Los religiosos hónrense a porfía unos a otros con trato fraternal, ayudándose mutuam en te a llevar sus cargas. La comunidad, como verdadera fam ilia reunida en nombre del Señor, d isfruta de su presencia, porque el amor de Dios se ha derramado en los corazones por la virtud del Espíritu Santo» 62\ Bien se echa de ver en estas palabras cómo se d ign ifica un factor de tan ta importancia en los tiempos actuales como e s la vida de comunidad. La vida en co mún supone y exige mucho m ás que la m era coincidencia y regulari dad reglamentaria. Es el ejercicio perfecto de una caridad fraterna, en la que todos viven en teram en te puestos al servicio de los demás. b) La pobreza. El tema de la pobreza y la Iglesia es de m áxim a actualidad. Y a se sabe la resonancia que tuvo la afirmación del Papa Juan X X I I I , según la cual «la Iglesia quiere ser la Iglesia de todos, particularmente de los pobres». El Concilio reconoce expresamente su gran eficacia como testim on io: «La pobreza voluntaria para el se guim iento de Cristo ... es distintivo hoy sobre todo muy apreciado» 63. De aquí la importancia de las norm as en este terreno: — Se exige una pobreza, real, auténtica, espiritual y materialmente considerada. «No basta la mera dependencia del superior en el uso de las cosas» M. 62*. Perfectae caritatis, n . 15, p . 709. 63. Ibid., n . 13, p . 708. 64. Ibid., n . 13, p . 708.
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