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V A L E N T IN M ARTINO DE SOTO 19 conocer los signos de los tiempos en que vivimos: «Promuevan, se dice, los institutos entre sus miembros el conocimiento debido sobre las condiciones de los hombres y de los tiempos» 59. De aquí también que se proponga como criterio general de renovación la adaptación de los institutos a las diversas condiciones de los tiempos 60. Por supuesto sería más cómodo para los religiosos y mucho menos arriesgado seguir viviendo tranquilamente, como si nada pasase a su alrededor; contentos con sus fórmulas y costumbres, garantizadas por una experiencia secular. Pero ocurre que la Iglesia, y dentro de ella los sacerdotes y los religiosos, es para el bien de la humanidad. Y ocu­ rre también que la humanidad evoluciona y cambia 61. Desde este pun­ to de vista se abren anchas y nuevas perspectivas; pero es preciso sa­ lir al paso, ya desde ahora, de los que se pudieran llamar fuegos de ar­ tificio. No se trata de ima acomodación con miras a una mayor mun- danización; sino de una acomodación en vista de una mayor penetra­ ción de nuestro mensaje, y de una mejor realización de la vida de consagrados. No hablamos de adaptación a unos gustos y modas im­ perantes, sino de estudio y adaptación para conseguir las mejores con­ diciones reales de acción. Y esto no se puede obtener sin nuevas y gra­ ves exigencias por parte de los religiosos. Una acomodación así nunca será una condescendencia y pacto con el espíritu del mundo. Se trata de conseguir una mayor eficacia en las tareas apostólicas, y ai mismo tiempo un mayor brillo de su ejemplarizad ante los hombres. El campo de acción de este criterio es inmenso; y requiere un aná­ lisis pausado y ponderado, tanto de la realidad actual como de cada una de las costumbres y tradiciones de los institutos 62. Anotamos a continuación algunas posibles aplicaciones concretas, partiendo de una doble consideración: en cuanto la vida consagrada tiene razón de signo, y desde el punto de vista de las exigencias del apostolado. Ya hemos indicado al principio que una función primordial de los religiosos dentro de la Iglesia es ser signo, expresión integral y vivien­ te de la vocación general de los hombres a la santidad. Ahora bien, el 59. Per/ectae caritatis, n . 2d, p . 703. 60. Ibid., n . 2c, p . 703. 61. «Se h a b la a m en u d o de la «aceleración de la h is to ria » . S i es ta fó rm u la tie n e u n se n tid o es éste : Las in s titu cio n es sociales, la e s tru c tu ra social, las técnicas y las relacio nes que ellas cre an e n tre los hom bres, se m o d ific a n cada vez con m a y o r r a ­ pidez» (E . P in , S. J ., Les instituts religieux apostoliques et le changement socio­ culturel: Nouvelle Revue Théologique 87 (1965) 407. 62. U n estudio m u y po n d erad o y po sitivo sobre los signos de los tiem pos y la u rg e n c ia de u n a a d a p ta c ió n a los m ism os p o r p a rte de los in s titu to s religiosos es el a n te rio rm e n te citad o del P . E . P in , S. J. M erece la p e n a leerlo , y h a c e rlo objeto de m a d u ra re fle x ió n .

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