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18 E L R ELIG IO SO DESPUES DEL CO N C ILIO laboración común, el mayor bien de las almas y el mejor servicio de la Iglesia 57. Para conseguir esta cooperación se establecen dos medidas oficia les importantes, dignas de la mayor atención: a) La debida coordinación entre las conferencias de superiores mayores y las episcopales. Una conexión de este modo en la cumbre puede ser el punto de arranque de otros contactos, a niveles inferio res, con provecho para todos, especialmente para los fieles. b) Se recomienda a los obispos que traten periódicamente con los superiores religiosos todos aquellos asuntos pastorales que les concier nen: «Procuren los obispos y superiores religiosos reunirse en tiempos determinados, y siempre que parezca oportuno, para tratar los asun tos que se refieren, en general, al apostolado en el territorio, para fa vorecer cordial y fraternalmente las mutuas relaciones entre los obis pos y los religiosos» 58. De este modo los superiores mayores adquirirán una conciencia más viva de la vertiente diocesana de sus súbditos. Y los obispos, por su parte, se irán habituando a contar más directamente con los reli giosos en el ordenamiento y programación de las tareas apostólicas diocesanas. Se impone aquí una gran tarea de reflexión y de autocrí tica. Ya va siendo hora de que se superen supuestas antinomias rebo santes de naturalismo y de miopía apostólica. Hace falta que se difun da entre los religiosos el conocimiento de la realidad diocesana, más allá de los límites de la propia institución. Pero también los obispos deben considerar a los religiosos como algo suyo. Y creemos, en este clima conciliar, que no es exagerada osadía el pedir una mayor res ponsabilidad en ciertas tareas diocesanas para los religiosos, sin caer en incomprensibles y siempre nocivos monopolios. Por este camino de la colaboración se puede llegar, sin precipita ciones ni violencias, a un cambio completo de signo en las relaciones entre los religiosos y la vida diocesana. Sentimientos e intereses más o menos incompatibles deben volatilizarse con una generosa actitud sobrenatural, que busca el bien de la Iglesia y de los hombres por en cima de las propias conveniencias. 4) Adaptación a las condiciones de los tiempos. Una de las carac terísticas del Concilio ha sido el sano realismo que ha presidido las orientaciones y discusiones, considerando siempre al hombre históri camente condicionado. De aquí la gran atención que se ha puesto en 57. C fr. ma., n . 35, p . 692. 58. ma., n . 35, p . 692.
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