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352 EL PROBLEMA CRITICO EN ESCOTO tipo esencial. La inducción tiene valor en cuanto es reductible a los principios primeros. Pero también se puede llegar por un camino que muy bien podríamos llamar existencial. Me refiero, se refiere Escoto, al camino que parte de nuestras propias vivencias, muchas de las cuales, nos dice, producen la misma certeza que los primeros princi­ pios. «De tertiis cognoscibilibus, scilicet de actibus nostris, dico quod est certitudo sicut de primis et per se notis» l2. No podré tener certeza de que el objeto blanco que ahora estoy viendo exista en sí mismo, «quia potest fieri illusio in medio vel in organo vel in multis aliis viis, tamen certitudo est quod video etiamsi illusio fiat in organo...» u. La certeza acerca de nuestras vivencias, a la que tanto relieve con­ cedió S. Agustín y que en los comienzos de la edad moderna pasó a ser con Descartes el «primum notum» y como el cimiento sobre el que levantó su filosofía, fue expresamente expuesta en la edad media y muy concretamente por Escoto. En lo referente a la certeza que nos puede llegar por el informe de los sentidos Escoto procede con suma cautela. «Sciendum est quod a sensibilibüs, sicut a causa per se et principali, non est expectanda sincera veritas». Ya hemos podido recoger esta misma desconfianza más arriba. Pero Escoto busca la certeza en los actos psíquicos per­ fectos, constatados inmediatamente en sí mismos. De que yo actual­ mente entiendo, de que estoy oyendo algo tengo una certeza «sicut de per se noto». En cuanto a la verdad objetiva, trascendente, de lo que yo oigo o veo, esa verdad tiene que ser constatada por la inteligencia. Tomemos el ejemplo del báculo sumergido en el agua, que a la vista le parece quebrado y recto al tacto. En tales casos el decidir qué sentido yerra y cuál no, quien tiene que juzgar es el intelecto el cual «iudicat per certius omni actu sensus». Esta certeza le viene al intelecto, una vez más, gracias a un principio metafísico, conocido en el mismo enun­ ciado de los términos. Escoto da mayor veracidad a los sentidos cuando varios de ellos concurren a testificarnos acerca de una realidad exterior; sin em­ bargo aun en ese caso no es el sentido en cuanto tal el que es causa de la verdad, sino que se requiere el intelecto que nos habla de la verdad o falsedad de las cosas valiéndose de alguna proposición ra­ cional. Los sentidos siguen siendo mera ocasión de la verdad. Escoto vuelve de nuevo al tema de la luz eterna que concurre con el entendimiento en el conocimiento de la verdad y matiza su pen­ 12 . Ib id ., n . 238. 13 . Ib id ., n. 239.

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