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G A B R IE L DE SO T IE L L O 349 La misma verdad evidente pertenece a las conclusiones que se desprenden de esos primeros principios. Y es aqui donde Escoto se plantea a si mismo una dificultad. El entendimiento humano depende en su conocer de los sentidos. Por lo mismo el problema se retira de una posición para atrincherarse en otra. Con ello vemos, de paso, qué lejos se encuentra el Doctor Sutil de cualquier clase de realismo ingenuo. Pero al mismo tiempo se va a poner en claro la capacidad veritativa que corresponde al espíritu humano. No lo inquieta la hipótesis de que los sentidos se engañen, sea totalmente sea en parte, acerca de los términos que entran en la constitución de los principios. Los sentidos no son causa, sino sola­ mente ocasión, cuando se trata de la percepción de la verdad de los principios. «Intellectus non habet sensus pro causa, sed tantum pro occasione, quia intellectus non potest habere notitiam simplicium n i- si acceptam a sensibus; illa tamen accepta, virtute sua potest simul componere Simplicia» 6. Con la misma nitidez con que rechaza cualquier innatismo ac­ tual, rechaza también el empirismo. El entendimiento necesita reci­ bir los términos de los sentidos, pero asiente a la verdad no en virtud de lo que los sentidos le han trasmitido, sino «virtute propria et ter- minorum». Es la luz del mismo intelecto la que ilumina la verdad de los principios. «Immo dico quod si omnes sensus essent falsi, a quibus accipiuntur tales termini, vel quod plus est ad deceptionem, aliqui sensus falsi et aliqui sensus veri, intellectus circa talia principia non deciperetur, quia semper haberet apud se términos qui essent causa veritatis 7. Como se ve, la verdad del entendimiento no es una simple espiri­ tualización de la verdad que nos llega por los sentidos. Es la activi­ dad veritativa del intelecto, sobre la que han insistido modernamente algunos tomistas, la que «crea» la verdad. Los sentidos trasmiten im­ presiones, pero quien «verifica» es el entendimiento en su encuentro con el ser. b) El valor cien tífico de la inducción. Cuando Escoto aborda el problema de la validez de nuestro cono­ cimiento experimental no se refiere a la fidelidad con que los senti­ dos nos trasmiten la realidad, sino a la validez de la inducción. Ob­ 6 . Ib id ., n . 234. 7. Ibid.

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