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3 4 6 EL PROBLEMA CRITICO EN ESCOTO Escoto está pensando en Enrique de Gante cuando combate la opinión de que ninguna verdad cierta y sincera podemos conocer na­ turalmente sin una especial ilustración de la luz increada. Esta opi­ nión n o niega que podamos conocer naturalmente, por nuestras solas capacidades, n o sólo lá existencia de las cosas, sino su esencia, el que sean tal o cual cosa. Lo que afirma es la absoluta imposibilidad de que, por nuestros solos recursos, podamos tener un conocimiento cier­ to o infalible de la verdad que hay en la cosa. ¿En qué se apoyaba esta postura de los agustinianos? Eran tres las principales razones que éstos esgrimían a favor de su tesis: a) La primera venía de la constitución misma del objeto. Este es mudable en su ser. Por lo mismo no puede ser causa de algo inmu­ table en el alma, inmutabilidad sin la cual la verdad de la ciencia se viene abajo. b) La segunda era paralela a la primera, sólo que aquí la muta­ bilidad se hallaba de parte del sujeto cognoscente, de parte del alma. El alma cambia y se desliza de la verdad al error. Por tanto no es en ella donde hay que ir a buscar algo estable, sino que debe ser esta­ blecida en la verdad por un ejemplar inmutable. El alma no puede evitar el error si algo infaliblemente verdadero no la sostiene. c) La tercera razón es la necesidad ineludible de un criterio que nos lleve a distinguir lo verdadero de lo falso, o de lo meramente ve­ rosímil. Ahora bien, este criterio n o está en nuestra mano, como pue­ de comprobarse por el hecho de que, cuando soñamos, creemos estar viendo objetos que en realidad no vemos. De todo ello parece concluirse que si el hombre es capaz de alcan­ zar una ciencia cierta y una verdad infalible, esto no se debe al co­ nocimiento que le llega mediante la especie que le trasmiten los sen­ tidos, aun cuando esa especie se halle depurada, espiritualizada y unlversalizada, sino se requiere que el alma mire al ejemplar in ­ creado. Los defensores de la iluminación evitaban cuidadosamente caer en ninguna especie de ontologismo. Escoto se lo reconoce y explica, valiéndose de un ejemplo, la doctrina de los adversarios. Los rayos del sol, dice, podemos verlos directamente si volvemos la mirada ha­ cia el astro; pero también nos pueden llegar oblicuamente. Pues bien, la luz de Dios «intellectum nostrum pro statu viae quasi obliquato as- pectu illustrat, et ideo est intellectui nostro ratio videndi non visa» 3. Y concluye su exposición de la doctrina de los agustinianos con estas palabras: «Perfecta notitia veritatis est quando duae species 3. Op. Ox., ibid., n. 215.

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