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PELAYO DE ZAMAYON 3 2 3 De modo que potencia de Dios absoluta y potencia ordenada son lo siguiente, para decirlo con palabras de Escoto: «Dico, quod leges aliquae generales recte dictantes, praefixae sunt a volúntate divina, et non quidem ab intellectu divino, ut praecedit actum voluntatis divinae... Quando intellectus offert voluntati divi- nae talem legem, puta, quod omnis glorificandus prius est gratifi- candus, si placet voluntati suae, quae libera est, est recta lex; et ita est de aliis legibus. Deus igitur agere potens secundum illas rectas leges, ut praefixae sunt ab eo, dicitur agere secundum potentiam or- dinatam; ut autem potest multa agere, quae non sunt secundum illas leges iam praefixas, sed praeter illas, dicitur eius potentia absoluta» 23. «Potentia ordinata Dei... est illa quae conformis est in agendo regulis praedeterminatis a divina sapientia, vel magis a divina vo­ lúntate» 24. Aplicación: El entendimiento divino es necesario en su acto: la voluntad divina lo es también, pero sólo respecto del mismo Dios: todo lo demás lo ama libremente. O dicho más propiamente con pa­ labras de Escoto: «Voluntas divina in nihil aliud a se tendit nisi contingenter» 25. ¿De qué acto divino puede provenir la existencia de los seres con­ tingentes? De la voluntad, que es libre; y de este modo los produce, dejándolos en su contingencia nativa. ¿Podría provenir tal existencia del entendimiento divinó? No; pues como los conoce necesariamente, si de solo tal conocimiento proviniesen, se originaría necesariamente su existencia: o con otras palabras, su producción sería necesaria, como necesario es el conocimiento de los posibles: Las criaturas, pues, dejarían de ser contingentes para pasar a ser necesariamente pro­ ducidas. Luego la producción de los seres creados hay que atribuirla a la voluntad libre de Dios: es decir, a su amor; o con otras palabras, a su bondad: «Porque Dios es bueno, existimos». Lo que se dice de la existencia de los seres, dígase por igual motivo de sus propiedades, de sus actos y de su ñn: por lo mismo, también de las leyes que im­ peran esos actos y los regulan hacia ese fin. La ley es, por lo tanto, «ordínatio voluntatis», ordenación de la voluntad, y de la voluntad libre 26. plificari de principe et subditis, et de lege positiva». Ox. I d. 44, q. un., n. 1 (X , 744b-745a). 23. Ox. I, d. 44, q. un., n. 2 (X , 745a). 24. Ox. II, d. 7, q. un., n. 8 (X II, 394a). 25. Ox. I ll d. 37, q. un., n. 4 (X V , 786a). 26. «Intellectus divinus, comparando cognitionem elus ad actum voluntatis

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