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324 LA LEY NATURAL EN LA FILOSOFIA DE ESCOTO Todo lo cual acaso resulte más claro, si se dice de otro modo: Antes de que la voluntad divina se mueva a querer, se requiere natu­ ralmente el conocimiento que la divina inteligencia le presenta. Si este amor se dirige a la Esencia divina, el conocimiento de ella por el entendimiento mueve a la voluntad «dictative», es decir, necesa­ riamente. A la inversa, si se ejerce acerca de los contingentes, el conocimiento de ellos que la inteligencia divina le ofrece es sola­ mente especulativo, no dirigido a la práctica o realización. O lo que es lo mismo, para la voluntad de Dios el conocimiento especulativo de los posibles contingentes es meramente especulativo, «ostensivo» y no «dictativo». Si lo fuese, se destruiría la noción (y la naturaleza) de los seres contingentes en cuanto a la contingencia se refiere; y lo que es más, la voluntad divina «numquam determinabit aliquid ad extra» 27. Eso mismo hay que decir respecto de la ley que ha de estable­ cerse para las criaturas racionales: El entendimiento propone la ciencia especulativa de los posibles; pero la determinación externa de éstos (como si dijéramos su tránsito a la existencia actual) de­ pende del libre albedrío de la voluntad divina. En la institución mis­ ma de la ley con que han de gobernarse, la única norma que regula la voluntad divina, es que no se contradiga. «Nihil est simpliciter impossibile, nisi quod contradictionem in- cludit et implicat» 28. «Quod Deus peccare non possit... quia nihil aliud a se est necessarium sibi ad volendum; quodcumque enim aliud a se, quia ab eo volitum, et hoc modo voütum et pro nunc, ex hoc et sic est ordinate volendum» 29. Por eso el determinar y establecer reglas prácticas para las cria­ turas (por el mero hecho de ser contingentes) depende de la libre voluntad divina: Ella es, pues, la causa verdadera y forma de la ley que a todas dirige y mueve hacia su último fin: DIOS. eius, non praehabet cogni'Jonem aliquam dictativam de aliquo faciendo, nec cogni- tionem alicuis principii, nec quidditativam termini ineludentem principium prac- ticum ; ...si ante actum voluntatis divina posset intellectus divinus aliquam talem cognitionem habere, haberet earn mere naturaliter et necessario, quia omnis cog- nitio praecedens ibi actum voluntatis, est mere naturalis, et per essentiam, ut est mere ratio naturalis intelligendi ; de necessitate ergo cognosceret hoc esse facien­ dum, et tunc voluntas cui hoc offerat, non posset non velie istud, quia tunc posset non esse recta, potens discordare a ratione practica recta, et ita potest esse non recta; de necessitate ergo voluntas divina vellet quodlibet operandum, quia eadem ratio esset de uno et de alio». Ox. I, d. 38, q. un., n. 2 (X , 604a). 27. Q iloc LI., 14, n. 16 (X X V I, 53b). 28. Rep. Par. I, d. 43, q. 1, n. 13 (X X I I , 492ab1. 29. Ox. II, d. 37, q. 2, n. 16 (X III, 380a).

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