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E N R IQ U E R IV E R A D E V E N T Ü S Á 2 9 3 celestial y divino, h ijo de la Venus Urania, irrumpe en la gran m ís­ tica cristiana que utiliza con mano cod iciosa las descripciones e ró ­ ticas de P latón sobre la Bondad indeficien te y la Belleza increada y e terna 12. 2) A m o r liberalis. También este amor halla en Platón su h on ­ tanar filo só fico cuando nos habla en La R epú b lica 13 de la com un ica ­ bilidad y expansión de la idea de Bien. Es cierto que, com o advierte E. G ilson 14, en el celebérrimo pasaje no- se d ice que la idea de Bien sea Dios. Pero si P latón n o lo dice, el pensam iento cristiano asimiló di­ ch o pasa je en este sentido. Para ello d a pie nuestro filó s o fo cuando en el diálogo T im e o , al describir la obra del Demiurgo, reiterada­ mente a firm a que la env id ia n o1cabe en los designios de los dioses. Lo que motiva que el Demiurgo form e generosamente al hombre y lo llene de sus bienes 1S. Este amor de efusión y com un ica ción halla plenitud en el pensa­ m ien to bíblico, especialmente en el N. Testamento, donde recibe el n om bre expresivo de ’’a ga p e ” . Dos caracteres distinguen a este amor en cuan to se halla en Dios. Prim ero: ser independiente de todo m o ­ tivo que proceda del ob je to amado, es decir, ser pura espontaneidad, redundancia de la Bondad in fin ita de l Creador que desea darse y c o ­ municarse. Segundo: n o depender del valor del ob je to amado, sino crear el valor en d icho ob je to 16. El Apóstol San Pablo hace la síntesis de este amor en estas palabras que resumen el m isterio cristiano: «Dios probó su m isericord ia hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros» (Rom . 5, 8). También el hombre puede llegar, aunque siempre de manera muy imperfecta, a la plen itud de este am o r libera lis, cuando da de su abundancia al menesteroso, sin in terés alguno, só lo por el deseo de «hacer b ien», de crear valores. 3) A m o r c om p la c en tia e. Es la respuesta p o r parte del hombre al am or liberal de Dios. Al sentirse el hombre lleno de las bondades de D ios quiere corresponder a quien tanto le ama. Ahora b ien ; com o 12. Bastaría recordar la obra de Fr. Juan de lo s Angeles, Triunfos del Amor. Madrid, 1901, donde llega a describir detenidamente las saetas del aljaba del amor. Para, una visión general del tema véase Menendez Pelayo, Historia de las Ideas Estéticas en España, c. V I I : La Estética platónica en los místicos de los siglos xvi y xvii. II, pp. 77-114. (Edic. Nacional, II). 13. Republ., 1 . VII, 517 c. 14. Dios y la filosofía. Buenos Aires, 1945, p. 48. 15. Timeo, 29e. 16. Cf. A. Sustar, De caritate apud Sanctum Joannem..., p. 195; A. Nygren, Eros und Agape..., p. 45.

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