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E N R IQ U E R IV E R A D E V E N T O S A 3 0 3 en ser térm ino y complem ento' de toda p e rfe cc ión — causa lidad f i ­ n a l— 3S. Desde esta cúspide m e ta física Duns E scoto otea, en cu an to le es posible, el m isterio de las actividades y com un ica cion es divinas. En este instante ve en D ios un agente que actúa « e x p len itu d in e p e r f e c - tio n is ». Un agente que obra de m odo exclusivo en virtud de su am o r libera lis 39. R eflex ionem os sobre este prim er en cu en tro con el am o r libera lis. Lo hem os ha llado en el m ismo h on tana r de la m e ta física y es aquí donde adquiere p e r fe c ta lum inosidad y transparencia. Esta n o s per­ m ite ver cóm o el b o n u m desciende hasta las ú ltimas profund idades del ser, p a ra d ifund irse y derramarse en los demás seres. Y vemos, igua lm en te, cóm o este p roceso m e ta físico tiene su p lena v e rifica ción en e l ser p o r an tonom asia , en Dios, quien da de la p len itud de su abundancia. Duns Escoto subraya de m od o muy pecu liar que D ios n o se com un ica por m o tivo de ind igen cia alguna, sino sólo por pu ra lib e ­ ralidad. Desde esta cim a del pensam ien to1esco tista se h a de con tem p lar la pan orám ica grand iosa que presentan a la mente esos célebres p a ­ sa jes de Duns Escoto, tan tas veces citados, en los que éste hace un in ten to por adentrarse en los ín tim os p lanes de Dios. R ecordam os tan sólo un o de ellos, tal vez el más general. Volveremos más tarde sobre algunos otros. En este tex to n o s dice el doctor que Dios en un primer sign o se ama a sí m ism o, com o a su p rop io fin, en e l que es feliz y dichoso. En un segundo signo quiere ten er a o tro s que le amen igua l­ mente. En un tercer signo da la gracia, para que lo puedan realizar. En un cu a r to s ign o crea las creaturas sensibles pa ra servicio de qu ie­ nes están destinados a amarle 40. Se ha observado muchas veces cuán bellam en te ha subrayado Duns E scoto el orden de los p lan es divinos. No se h a h e ch o lo mismo» respecto de la relación en tre el o rd en y el am o r . Según el d o cto r sutil, el orden que Dios ha segu ido en amar los diversos ob je to s que se ha llan fu e ra de El, n o depende de la bondad de los mismas, sin o que la razón ú ltima de este am or se ha lla en la m isma volun tad divina. Sólo» de esta libérrima y graciosa volun tad de­ pende el con ceder tal o ta l grado» de ser. De tal suerte que la cotn - 38. La causalidad final del Bonum es admitida por todos los escolásticos que establecen correlación entre el bonum-finis. Sobre la causalidad eficiente es ex­ plícito Duns Escoto en Ordin., 1. I, d. 2, n. 255 y 256 (Bac., pp. 494-5), aunque, como veremos más adelante no juzgue suficiente este principio para darnos una razón necesaria de la Trinidad. 39. Ordin., 1. I, d. 2, n. 234 (Bac., p. 234). 40. Oxoii., 1. III, d. 32, q. única ; 15, p. 433.

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