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’2 6 6 EL «MYSTERIUM CHRISTI» DEL VATICANÓ IÍ al alma de Cristo, todo el ser divino-humano de Cristo sea «bien ocasionado». Escoto no sacó todas las consecuencias de sus propios principios. Del principio general de que Cristo es la causa final de todo el actual ordenamiento de la obra de Salud, se sigue que todo cuanto acontece en este orden o actual Economía de Salvación, tiene depen­ dencia causal respecto de Cristo. Sin embargo, Escoto no determinó más en concreto la dependencia entre Cristo y la permisión del pecado. Lo que llamaríamos la figura sobrenatural plenaria de Cristo no depende del pecado en lo sustantivo de su ser teologal: en su ser de primer predestinado. Pero, ciertos aspectos y circunstancias de la realidad concreta y existeneial de Cristo, nos las presenta Escoto dependientes del pecado de Adán : El hecho de que Cristo viniese en carne pasible, es decir, que su camino hacia el logro de la predesti­ nación haya sido por el anonadamiento y humillación de la Cruz, esta «circunstancia» de añadir el sufrimiento externo y de expresar su amor a la Trinidad y al hombre en forma dolorida, en esto hay que decir que Cristo aceptó la mortalidad únicamente a consecuencia del pecado de los hombres. Es decir, que su función primera de amante y glorificador supremo de la Trinidad, en vista de la permi­ sión divina del pecado, en lugar de ser puramente interna (eucaristi­ ca, latréutica, caritativa) se trasformò en amor expiatorio y liberador del pecado47, e x am o re in te n so T r in a t is e t n o stri. La palabra «intenso» tiene aquí un matiz específico. Según la doctrina moral de Escoto el acto externo tiene por función añadir mayor intensidad, expresi­ vidad al acto interno de amor y caridad con que Jesús se entregó en la Cruz. Por lo cual fue más acepto a Dios por esta circunstancia y nosotros le estamos más obligados (ver p. 244 ss.). Podemos, pues, resumir las relaciones Cristo-pecado diciendo que no fue querido Cristo con ocasión del pecado, sino permitido el pecado en orden a Cristo y para su gloria de «supremo glorificador y amante de la Trinidad». Esta sintética afirmación habría que matizarla y explicarla bajo muchos aspectos. No podemos hacerlo en este momento. Queremos mencionar el problema para ver también el M is te rio de C ris to en sus relaciones con el M is te rio de in iq u id a d , con el problema de la permisión divina del pecado. Porque, es indudable que toda la His­ toria de Salvación está llena de la presencia de Cristo; pero la acción de Cristo es incomprensible sin esa constante relación al pecado de 4 7 . E s t e a s p e c t o h a s id o b ie n e s tu d ia d o p o r A . K a n d l e r , a r t . c it . e n l a n o ta 2 7 .

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