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¿ 6 2 EL «MYSTERIUM CHRISTI» DEL VATICANO II atribuye a Cristo, es fácilmente transferible a nuestras categorías teológicas actuales, dentro de las cuales podemos hablar, sin recelo, de esta prioridad ontológico-sobrenatural de Cristo. La fórmula más universal para expresar esta primacía de Cristo la tenemos en todos aquellos pasajes en que Cristo es presentado co mo Cabeza de la Iglesia (Col. 1, 18; Ef. 4, 15; 5, 23). Cabeza de la creación entera (Ef. 1, 10). En el pensamiento de Pablo tiene un al cance dinámico y funcional; pero es legítima la traducción que ha cemos a nuestras categorías ónticas, como lo exige el lenguaje de la teología científica. Si bien la teología ha de mantenerse en su propia perspectiva, sin pretender llegar al campo de la filosofía y de la ciencia natural y sentar apresuradas afirmaciones en este terreno. En Col. 1, 15, 19 encontramos unas cuantas fórmulas que expre san la misma idea de la primacía absoluta de Cristo sobre los demás seres queridos por Dios: Cristo tiene el primado en todas las cosas, porque en él tuvo a bien Dios que morase toda la plenitud — todo el pleroma— (v. 18-19). Por razón de su dignidad Cristo es propuesto co mo primogénito de todas las cosas: Primogénito en la del decreto divi no de predestinación, Rm. 8 , 28 ss.; primogénito de la nueva creación de los resucitados, Col. 1, 18; primogénito de toda la creación, Ibid. v. 15. Cfr. Hb. 1, 6 . El e§ antes que todos y todo tiene en El su consis tencia dentro de la Historia de Salud, pero con verdadera dignidad y excelencia entitativa dentro de este orden (Ibid., v. 17). La misma idea de dignidad y excelencia va implicada en la afirmación de que Cristo es la imagen del Dios in v is ib le : Medio para llegar al conoci miento de Dios y arquetipo ejemplar de todo cuanto realiza en el mundo la sabiduría salvadora de Dios (Col. 2, 2-3). Sin querer comprometer a Pablo en terminología científico-teoló gica posterior parece suficientemente clara la idea de una casualidad ejemplar de Cristo en la obra de Dios, ya que en El fueron creadas to das las cosas visibles e invisibles (Col. 1, 16). Especialmente hemos sido predestinados y bendecidos en Cristo (Ef. 1, 14); creados conforme al modelo de su Hijo (Rm. 8 , 29). También podría verse la causalidad eficiente-meritoria en frases como esta: Todas las cosas han sido creadas por medio de él y para él (Col. 1, 16), predestinados a la adop ción de hijos por Jesucristo (Ef. 1, 5). La causalidad final es la más destacada: Todo ha sido creado para él (Col. 1, 16). Todo es vuestro, vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios Padre (1 Cor. 3, 21). El des tino final de universo se cifra en el triunfo de Cristo como su Rey, para que él, a su vez, entregue el reino al Padre (I Cor. 15, 24). No es posible hacer ahora un estudio más detenido sobre el pen samiento de Pablo y de la continuidad que con él tiene la reflexión teológica de Duns Escoto. Lo dicho nos basta para indicar el camino
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