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2 5 6 EL «MYSTERIUM CHRISTI» DEL VATICANO II denado y recto. Por ello- quiere que haya otro ser que participe de su amor y le ame con el amor de caridad más perfecto posible : C ris to . Para lograr este sumo amante de la Trinidad quiere Dios la unión hipostátiea. Dentro de este orden de Cristo está María a quien Dios eligió «uno eodem que decreto cum Christo». 3. Para gloria de Cristo y para su propia, gloria en Cristo, quiere Dios, sobre todo, dar la gloria a los 'predestinados : ángeles 1 y hombres. 4. Para lograr la glorificación de los predestinados y de Cristo crea Dios todo el o rden s o b re n a tu ra l de los seres : en él hay predesti­ nados y no predestinados; gracia y permisión del pecado. Todo ello en relación a Cristo y en orden a conseguir Dios su perfecta glorifica­ ción ad extra en Cristo, y por Cristo. 5. Para, lograr el orden sobrenatural y los bienes que en él se encuentran y en conexión con este orden quiere Dios al hombre con todo el contenido de perfecciones espirituales que contiene. 6 . Para el hombre (y para los otros órdenes de seres que sobre él hay) quiere Dios el universo material. Todo es para el hombre, el hombre para Cristo, Cristo para Dios (1 Cor. 3, 22-23). 3. J u s t if ic a c ió n s is tem á tica de la te o ría escotista. Ya en la misma exposición han venido aflorando las razones por las que Escoto se decidió a ordenar el plan divino de salvación en la forma señalada. Sin embargo, será necesario exponerlas en forma sistemática y justificada. Casi en forma silogística podemos decir : Dios es formalmente caridad y no sólo en el orden de causalidad eficiente. Como tal, Dios quiere con amor ordenado y liberal a Sí mismo y a todas las cosas y demás seres. Por consiguiente, Dios los quiere según el orden de prioridad ontològica antes señalado. D ios es C a ridad . La afirmación se encuentra explícitamente en el N. Testamento. Tiene aquí un sentido predominantemente dinámi­ co, relaciona!, histórico-salvífico, casi diríamos funcional. Dios es Caridad en Cristo crucificado. Pero el contenido óntico de esta afir­ mación no se puede excluir. Para un teólogo del ta lante de Duns Es­ coto, en el ambiente y para la mentalidad teológica de la época, la dimensión óntica de esta fórmula neotestamentaria sería lo primor

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