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2 1 8 EL «MYSTERIUM CHRISTI» BEL VATICANO l ì en torno al p roceso cósm ico del acabam ien to y resurgim iento, muerte y resurrección de la v ida en el mundo vegetal, an imal y en el m ismo hombre concebido' com o una realidad em ergente de la vida cósm ica y com o parte in tegran te de la misma. Un difuso' m on ism o cósm ico hacía sen tir tod o el proceso de vida y muerte que la naturaleza, despliega ante nuestros ojos, com o la expresiión visible de un proceso d iv ino in ­ visible. El con cep to de Dios, del hombre y de la natura leza y de sus mutuas relaciones que subyace en esta religión de los m iste r io s , era internamente inadaptable a los correspond ientes con cep tos b íb licos; cualesquiera que sean las relaciones y parecidos externos y literarios. Los verdaderos; precursores del con cep to pau lin o de «m isterio» hay que buscarlos en o tra pa rte : en el A. Testam ento y, probab lemente, también en la literatura apoca líp tica ju d ía que en él se inspira. La versión de los Setenta utiliza la pa labra «mysterion» en sentido p ro fan o para designar los planes secretos del rey (Tob . 12, 7. 11; Jdt. 2); especialmente los p lanes de guerra que, p o r su índole, han de ser más reservados (2 Me. 13, 21). También los secretos de los am igos son llam ados «misterios» (Prov. 11, 13; Eclo. 22, 27; 27, 17 ss.). En sentido religioso y teo lóg ico tienen excepciona l im portan cia los textos de Daniel 2, 18 ss., 27-30. 49. Aparece aquí e l m iste r io como- p re - anuncio velado de un a con tecim ien to determ inado por D ios pa ra el tiem po fu tu ro y que se cum p lirá a su hora, en e l tiem po ú ltimo. Sólo D ios y el p ro fe ta a quien El se lo revele saben el secreto^ que ah ora se anuncia. Por lo que se refiere a san Pablo, sin duda in flu y ó m á s aún que Dan iel la lectura de los libros Sa p ien c ia les, con sus disquisiciones teológicas sobre la Sabiduría o prov iden cia d e D ios que, en form a m is­ teriosa, insondable para los sabios de este mundo, gu ía los destinos de los hombres, especialmente lo s destinos del Pueblo elegido. Después de los «hechos pascuales» n o era muy d ifícil concen trar en to rn o a Cristo muerto y resucitado la Sabiduría de Dios que protege al Pueblo m e- siánico. Continuando la misma, orien tación , la apoca líp tica ju d ía p iensa que tod o lo que está suced iendo o va a suceder en la tierra estaba o cu l­ to en e l cielo: pa ra irse revelando en su día. Por eso* e l «m isterio» es el decreto divino eterno sobre los: acon tecim ien tos del mundo, reservado pa ra revelarse en su d ía y en su hora. Una especie de realidad celeste, personificada, preexistente en el cie lo y que sólo a los pro fe ta s de Dios es dado poder conocer. O bien subiendo! al cielo para ver e l m isterio «sobre e l terreno», en las visiones p ro fé tica s; o bien esperando que el m isterio baje a la tierra y sea desvelado' por ob ra del p ro fe ta de Dios. C om o si en e l cielo1, desde los siglos eternos, existiesen los seres, los acon tecim ien tos y las situaciones todas que, en su debido orden , van saliendo de su oscuridad y secreto para man ifestarse en la h istoria

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