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ÁLEJÁNDñÓ DE VILLALMONTE 2 4 9 ría de Salud ¿qué puesto hay que concederle en el decreto divino que dispone la a c tu a l Economía de Salvación? Escoto se propuso expre samente el problema y lo resolvió en la forma que vamos a ver a con tinuación. 1. D e c re to d iv in o de sa lva ción , según san Pablo. La idea de un plan divino eterno, supratemporal, referente a la salvación de los hombres, la encontramos, manifestada, en forma ex plícita o implícita, en muchos pasajes del N. Testamento. No se trata de ninguna especulación abstracta y científica, sino que siempre se tiene a la vista y se quiere subrayar con energía la intervención de Dios par salvar al hombre en la h is to ria humana concreta. El aspecto histórico de la Salud obrada por Dios en Cristo, distingue netamente la Salud que Dios da, de la salud que prometen las otras religiones, ancladas en el mito, en la especulación doctrinal gnóstica. Los libros sapienciales del A. Testamento conocen esta perspectiva ultraterrena de la Historia Sagrada. Los acontecimientos históricos en que Yahvé interviene para manifestar su decisión de salvar y sal var de hecho al Pueblo, estaban ya preparados, pensados y queridos por El antes de que echase los fundamentos del universo. Esta pro videncia y sabia disposición eterna y misteriosa de los acontecimien tos todos, encierra en sí la razón de ser, la clave para explicar todo cuanto ahora vemos — asombrados— realizarse ante nuestros ojos de creyentes 32. En el N. Testamento' Pablo habla con frecuencia y con intención teológica de este plan, decisión y voluntad eterna del Padre de salvar a todos los hombres en Cristo. El Padre pre-destina (destina desde la eternidad) a todos los hombres a hacerlos conformes a la imagen de su Hijo, para que sea El el primogénito entre muchos hermanos (Rm. 8 , 28-30). Particularmente las epístolas de la cautividad cuen tan a cada paso con esta preexistencia eterna, secreta, desconocida para el hombre y los ángeles, de un plan divino de salvación. Todo está allí cuidadosamente previsto por Dios. De tal forma que la exis tencia histórica no es más que el acto de hacerse presente, en nues tro- tiempo y espacio humano, de todo, aquel plan que existía ya desde la eternidad, antes de la fundamentación del mundo (Ef. 1, 1-4). Un designio ha brotado en el corazón del Padre desde la eternidad, de 3 2 . P o r e j. P r o v . 8 , 2 2 -3 6 ; E d o . 2 4 , 1-2 4 . L o s t e x t o s a r r ib a a d u c id o s so b r e el misterio e n e l A . T . (p . 2 1 8 ) p o d r á n a p lic a r s e a e s te t e m a .
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