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A L E JA N D R O DE V IL L A LM O N T E 2 3 9 creando a su Pueblo con la liberación de Egipto' y con la promulga­ ción de la Alianza sinaítica. Desde aquí la fe de los israelitas veía toda la historia anterior como una preparación y comienzo de este mo­ mento cumbre de la Alianza. Incluso la creación del cosmos está narrada en este sentido y con esta finalidad. Desde el punto de vista de una teología bíblica esta afirmación es incontrovertible. Sin em ­ bargo, con frecuencia, algunos teólogos especulativos han pretendido desvirtuar las afirmaciones bíblicas con reflexiones teóricas inadecua­ das. Y así, hablando de la actual Economía de Salvación o actual Historia de Salud, de modo completamente arbitrario proponen el comienzo de la actual economía de salvación a partir del pecado original, como si la anterior historia: creación del cosmos, creación del hombre, elevación al orden sobrenatural, todo ello perteneciese a o tro o rden distinto del nuestro y caducado en virtud de la catástrofe universal del pecado original. La a c tu a l Economía de Salud tendría su punto de partida y su razón de ser en una reacción de Dios, de su misericordia y justicia, frente al pecado de Adán. Reacción que afecta a los mismos cimientos del plan divino; ya que el primitivo' plan caducó con el pecado; pero, ahora, se pone en marcha otro nuevo y distinto cuyo fundamento sería Cristo. Cosa que antes no sucedía. En lugar de una Historia y economía de Salud iniciada sin Cristo y ter­ minada sin E l; ahora, después del pecado original, se pone en marcha otra diferente basada en Cristo y orientada hacia El como a su fin. Realmente esta duplicidad de planes divinos está totalmente fuera de la perspectiva bíblica. En terminología teológica podríamos llamar a esta Economía e Historia de Salud infralapsaria y hamartiocén- trica. No es este el lugar de insistir en que tal modo de ver la His­ toria de Salud desarticula en un momento esencial el Misterio de Cristo tal como se nos ofrece en la revelación. Unicamente nos. con­ vendrá resaltar que la unidad y continuidad de la Historia divina de Salud está garantizada por el hecho de que toda ella se centra en torno a Cristo. E l tiem po de S a lud todo entero está concentrado en Cristo, en realidad Cristo es el tiempo de Dios para nosotros. Pueden servir de resumen de esta concepción bíblica las palabras de Cull- m ann : «La línea de la Historia de Salud es. la línea de Cristo». Es obvio que no puede el hombre viador hablar de Dios sino en cuanto se revela en la Historia Sagrada; ni en ésta hay ningún momento en que se pudiera hablar de Dios sin hablar de Cristo, haciendo abs­ tracción de Cristo. «Sería destruir la grandiosa unidad interior de esa línea». «El período anterior a la creación es concebido ya par­ tiendo de Cristo; ya que en él Cristo aparece predestinado en el de­ signio de Dios a ser mediador y esto antes de poner los fundamentos del mundo» (Jn. 17, 24; 1 Pet. 1, 20).

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