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1 5 6 SHAKESPEARE, POETA DEL «ESPLENDIDO AISLAMIENTO» situaba justamente en el centro de la obra la escena con el oso, tan­ tas veces considerada accidental, y de ahí deducía la estructura fun­ damental de la pieza. Resultado: enorme sorpresa producida por el cambio repentino en el juego entre lo real y la imaginación (en cuan­ to a uno se le alcanza, ¡un descubrimiento asombroso!). James M c M a - n a w a v , director de la universalmente famosa Forger - Library, de Washington, tal vez la biblioteca más rica del mundo en temas sha- kespearianos, indicó que los malvados tradicionales se ven sometidos en los dramas de Shakespeare, desde un determinado momento, a una especie de antropomorfosis, como si el autor no hubiera querido ofre­ cer ya más la representación del mal en su forma pura, cual acontece todavía en Ricardo III '. Pero, la lástima es que no disponemos de ningún baremo que nos dé las medidas hechas para determinar cuán­ do empieza y cuándo termina un malvado en su «forma pura»... Noventa años antes pensaba otro norteamericano, el filósofo R. W. E m e r s o n , cuyo swperman inspiró el überm en sch de Nietzsche, que, al otro lado de nuestro sistema solar, a la tierra se le llama ¡ Shakes­ peare'. Por su parte, el erudito shakespearista suizo Max L ü th i, en sus investigaciones más recientes descubre que «la armonía entre la rea­ lidad sensible e inteligible junto con el sentimiento, es lo qu comunica a su obra la plena resonancia y la convierte en un reflejo casi per­ fecto del cosmos y de Dios, del mundo superior e inferior, interno y externo» 2. «Shakespeare, en fin, significa una fuente de inspiración para todos los tiempos... culmen de la dramaturgia occidental» 3. No sería difícil componer un grueso volumen a base de tales «hallazgos, nuevas interpretaciones y descubrimientos», fruto del centenario. Pe­ ro, con ese culto exaltado ¿no se ha puesto en circulación un misti­ cismo literario bien programado? Tal vez se haya «descubierto» dema­ siado, mientras por otra parte se pretende pasar por alto, encubrir, silenciar «algo». Mediante un encumbramiento semejante es muy fá ­ cil colocar a un poeta por encima de toda crítica. Sin embargo, cabría preguntarse, por qué no hemos de comportamos con las obras de este hombre —alineado a la par de genios como Homero, Dante, Goethe— lo mismo que con cualquier otra obra artístico-literaria. 1. Cfr. Neue Züricher Zeitung , 3-X-1964, pp. 23. 2. Shakespeare, der Dichter des Wirklichen und Nichtivirklichen. B em a, 1964, Tb. Dalp, nr. 373. 3. Herder-Bücherei 1166-67.

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