PS_NyG_1966v013n001p0155_0166

166 SHAKESPEARE, POETA DEL «ESPLENDIDO AISLAMIENTO» obra como un hombre «cuya conciencia no es movida por motivos éti­ cos o interiores de ninguna clase» (Croce). Quiere aniquilar al alma superior y mejor dotada. Los Hamlets y los Brutos... son curiosos y supersticiosos, como el incrédulo lo es acerca del «Destino» y de la «Muerte»; y matan para llegar a saberlo. Ni filosofía, ni comprensión, ni realidad, ni vida y, mucho menos, coherencia, conciliación. Ningu­ no de los personajes de Shakespeare es capaz de amar. En parte algu­ na de su largo millar de páginas se canta la reconciliación, la concor­ dia, la superación de los antagonismos, ni las victorias incruentas de la paz. Las cosas sublimes, que purifican el alma y apaciguan los cora­ zones, Dios... no se dan en el mundo de Shakespeare. Por eso habla el filósofo S a n ta y a n a de la «a usencia de religión en Shakespeare » 9. Y su gran conocedor alemán L. L. S c h ü c k in g no logra encontrar en él nada cristiano (Der Sinn des Ham let, Lpz. 1935, p. 14). O telo: un imbécil militar supersticioso, perseguido por la mala suerte que, antes de dar muerte a su esposa, la besa repetidamente (¿Es esto lo trágico en Shakespeare?). A escondidas se seca las lágri­ mas... Luego protesta ante Dios, con la misma «sinceridad» con que ha asesinado, de su fragilidad y de nuevo describe, como un tenor de ópera, sus hazañas contra judíos y otros «perros circuncisos». Y jura —por Cristo, naturalmente— «por su alma inmortal». ¿No es esto cris­ tianismo degenerado en lenguaje teatral? Secamente observa el critico M. D. H. P a r k e r : «Lo que él considera un sacrificio, lo calificamos nos­ otros de asesinato» 10. K a r l I p ser ( Continuará) 9. The Absence o/ Religion in Shakespeare, London 1900, p. 154 ss. 10. The Slave of Life, London 1955, p. 129.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz