PS_NyG_1966v013n001p0113_0154

JESUS ALVAREZ ARROYO 121 Y esta conciencia del bien de España es tan intensa en Feijoo, que nos dice que ella fue determinante absoluto, para que se apartara de sus próximas tareas. Es formidable el patriotismo que se advierte en esta elección que bien pocos hubieran hecho. «Seríame muy fácil y barato —nos confiesa con sencilla franqueza el Padre Maestro— escribir algo de teología escolástica, lo cual me concederá cualquiera que sepa que, después de tres años de lector de Artes, y uno de Maestro de Estudiantes de Teología, leí esta facultad por espacio de diez años en este colegio; y en la Universidad por es­ pacio de veinticuatro, obteniendo en aquél y en ésta, sucesivamente, todas las cátedras, desde la ínfima hasta la suprema. Protesto con toda verdad que, mientras he escrito un pliego del Teatro Crítico, o de las Cartas Eruditas, podría escribir dos o tres de teología escolástica sin ser copiante de nadie. ¿Pero qué provecho sacaría de esto el pú­ blico? ¿Qué fruto resultaría a España? Ciertamente ninguno» 9. Hay una conciencia constante en Feijoo de ese apartamiento de sus propias materias. Y ésta es una de las alabanzas que su amigo y ad­ mirador, el Dr. D. Martín Martínez, le tributa, porque Feijoo «como prodigioso monstruo de erudición, no contentándose con meter su hoz en la mies teológica y moral, que le son propísimas, la introduce en todas las demás profesiones, con tal acierto y valentía, como que no le son ajenas» l0. ¿Qué lleva consigo esta labor de «desmonte» feijoniana? Se trata de hacer sitio a nuevas ideas, a nuevas ciencias, sin perder las que, le­ gítimamente, vienen ocupando las mentes de los españoles. El saber ocupa lugar, dice muy bien Ramón y Cajal. Y si el saber lo ocupa, mucho más lo hace el error. Esta es la labor que se impondrá Feijoo sobre sus hombros: luchar contra los errores comunes. Es una empresa ardua, y no está desacertado Américo Castro, al darle a Feijoo el título quijotesco de «el caballero andante del buen sentido». El mismo Feijoo nos pinta esta lucha con caracteres de in­ tenso dramatismo y de empresa caballeresca y romántica. Una em­ presa épica; de ardua y peligrosa la califica Feijoo. Y en este cometido de su vida cree reside su simpatía a Portugal, tal como dice en la de­ dicatoria de su tomo IV de Cartas Eruditas, a la Reina Dña. María Bárbara de Portugal. «Acaso... me captó la benevolencia de los señores portugueses con­ templar en alguna manera imitada en mi proyecto de impugnar erro­ 9. Ib., t. 3. Carta 31, p. 373. Edic. «a costa de la Compañía de Impresores y L i­ breros». Madrid 1777. 10. Teatro Critico, t. 2. Carta defensiva, p. 376. Nueva Impresión «a costa de la Compañía de Impresores y Libreros del reino». Madrid 1765.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz