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JESUS ALVAREZ ARROYO 119 Para conocer el ambiente filosófico que respiró Feijoo en su obra, contamos con un hecho de primera categoría. Es el hecho de que sen siblemente se mantiene igual hoy el panorama filosófico en la esco lástica, como podremos apreciar. A todos nos resultará bastante rocambolesco el tener que hacernos una idea de cómo estaba el panorama de la medicina dentro de Es paña, cuando Feijoo pone en guardia al pueblo, para que no se deje deslumbrar por los cirujanos que saben latín. «Cuando se trata de buscar cirujano perito, a aquellos a quienes se encomienda esta diligencia, se propone, como requisito esencial, y aun único, que sea cirujano latino; esto es, que sepa esta lengua; y como se encuentre alguno que haya estudiado gramática, se echa la cuenta de que se halló cuanto se había menester. Cosa irrisible, y justamente lastimosa. Porque ¿qué conexión tiene la lengua latina con Jas operaciones quirúrgicas? ¿Dio Dios por ventura a ese idioma, o a otro cualquiera del mundo, virtud curativa de llagas, fístulas, con tusiones, etc.? ¿Quién creerá tal desatino? Sin embargo, parece que hay muchos que lo creen; pues frecuentemente se oye celebrar como dicha de un pueblo el que tienen en él un cirujano latino. Y el caso es que tal vez, a título de su latinidad, aceptan por cirujano un pobre bar- berilio, que apenas acierta a abrir un divieso» 6. A nosotros, hombres del siglo xx, no deja de llenarnos de extrañeza esta manera de opinar del pueblo. Nosotros vemos la utilidad sobre todo. Tenemos un sentido pragmático de la verdad. A los españoles del siglo xvin jes iba mejor un concepto aristocrático de esa verdad. Esta no venía, si no era por los reales caminos de la escolástica y del latin, aun tratándose del arte de la cirujía. El cuadro nos resulta extraño y distante. Esto no sucede en las vividas descripciones de la escolástica con temporánea. Feijoo nos hace asistir a las disputas, a las manifesta ciones de sus filósofos, resultándonos muy familiares, muy semejantes a las de ahora. «Es Teopompo uno de aquellos aristotélicos que se escandalizan, o muestran escandalizarse, aun de las voces de sistema y fen óm eno. Con que es fácil considerar con cuánta mortificación está oyendo a Caristio, mayormente al advertir que los demás concurrentes le es cuchan con gusto. Bien quisiera él entrar su hoz en tan fecunda mies. b ) A m b ie n te esp añ ol. 6 . Cartas Eruditas, t. 5. Carta 23, pp. 426. Edic. «a costa de la Compañía de Im presores y Libreros del reino». Madrid 1765.
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