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1 5 2 FEIJOO Y LA FILOSOFIA Según esto: ¿Feijoo es filósofo? Yo creo que su tarea principal ha sido luchar con el error, como con un monstruo. Tuvo conciencia de la grandeza de esta lucha, y nosotros se lo reconocemos justamente. Tal vez sin entender demasiado sus afanes por desterrar leyendas o cuentos del pueblo. Hoy es muy posible que pensemos que siempre hay un sustratum de superstición, de leyenda, que jamás puede ser eliminado; pero que la misma luz del progreso, va haciendo que esta franja onírica se reduzca a sus justos límites. Feijoo luchó contra el error; y en este sentido es un escéptico al revés, lo cual quiere decir que ha sido un auténtico amante de la verdad, defensor de sus fueros. Pero a distancia. Feijoo en su obra, persigue el hacer lugar a la ver­ dad, más que el implantar la verdad misma. En este sentido dice con razón que su obra es un «desmonte» de España; es hacer sitio. Y hace servicio indirecto a la filosofía, porque piensa que con ello sirve más a su país. España no necesitaba cultivadores de la filosofía tradicional: sobraban ya. Se apartó de la filosofía oficial, cuando to­ davía la otra no aparecía en el horizonte. Así ha vivido con la filo­ sofía y desde la filosofía tradicional, pero no para la filosofía. Ni para la tradicional, ni para la otra. Lo que ha tratado de aplicar siempre es la filosofía natural y espontánea del sentido común. La misma crítica es un don sobre todo, no algo que se aprende, porque siempre en últi­ ma instancia todo quedará a merced de ese buen sentido, que es el que orienta y conduce en lo concreto y vivido M. No hay duda que Feijoo conocía maravillosamente la escolástica. Que su agudeza natural se elevó a un grado sumo por el cultivo mismo de esa dialéctica que exigía un estudio fatigoso de formas y de modos de pensar. La filosofía moderna, le atrajo sobre todo en lo que tenía de método experimental. Todo su afán estaba centrado en esos nue­ vos horizontes que se abrían por la dilatada llanura de la naturaleza. Si hubiera podido ser, lo que deseó ser, hoy tendríamos que decir que hubiera ocupado un lugar tal vez muy prominente entre los físicos estrictamente dichos. De todos modos, dentro de los límites que le imponía la estrechez del ambiente de su época y el agotador esfuerzo de su labor divulgadora, Feijoo vivió sintiendo en lo más íntimo de su espíritu un desgarro profundo, que no se vio jamás restañado. b) Labor apologética. La labor de Feijoo quedaría incomprendida si no se mira desde la perspectiva de la apologética. Si por un lado, su labor puede ser defi- 88. Cartas Eruditas, t. 2. Carta 18, p. 279.

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