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1 4 8 FEIJOO Y LA FILOSOFIA demás. La teología escolástica es como la cabeza de mayorazgo de nuestras universidades... Pero saliendo de estas facultades, es preciso confesar la mucha pobreza de España, por más que quieran negarlo los que por demasiadamente pobres, ni aun confusamente saben lo mucho que nos falta; o en caso que tengan una escasa noticia de ello, como de hecho la tienen algunos, por ocultar su pobreza, niegan la común de la nación. Y éstos adulando nuestras escuelas como ricas en literatura, son gran parte para atajar los progresos en ella» 78. Así nos encontramos con la paradoja de que Feijoo intenta crear algo que es preciso crear en España, y cuya necesidad nadie siente, porque nota la presencia de algo que, al parecer, le sustituye con ven­ tajas. Después, se trata también aquí como en los demás casos de re­ novar, de rejuvenecer. Y esto toca los límites ya de lo místico y mi­ lagroso. «Renovar con algún acierto lo antiguo, ya en la sustancia, ya en el modo, es poco menos difícil que producir de nuevo; como la habili­ dad de rejuvenecer un anciano, que la ficción mitológica atribuyó a la encantatriz Medea, sería imitar en algún modo el milagro de resu­ citar un difunto» 79. Le renovación que pide Feijoo, lo hemos indicado ya, es que la es­ colástica dé acogida en su seno a la nueva filosofía. A la filosofía ex­ perimental que se adapta perfectamente, como se nos ha dicho infini­ dad de veces, con el sistema de la filosofía peripatética. La resistencia y la maledicencia de algunos escolásticos es altamente nociva a la filosofía y a la religión, porque estos escolásticos cerrados y maldi­ cientes «retraen de la lectura de los libros extranjeros muchos bellos ingenios, que pudieran por ellos hacerse excelentes filósofos, y apren­ der otras muchas cosas muy útiles, sin dejar por eso de hacerse, con el estudio regular del Aula, unos grandes escolásticos. Esto, bien en­ tendido, viene a ser querer escudar la religión con la barbarie, defen­ der la luz con el humo, y dar a la ignorancia el glorioso atributo de necesaria para la seguridad de la fe» *°. El ideal está en investigar la naturaleza por la observación y la experiencia, dejando la filosofía para su propio terreno. Hablando del método a seguir en medicina, dice Feijoo con energía: «Dejémonos de filosofías y atendamos a las experiencias» 8I. Y esto, tan concisamente dicho, vale para la física que preconiza nuestro sabio gallego. Para terminar, un texto que por sí solo nos declara el criterio de 78. Cartas Eruditas, t. 3. Carta 31, p. 353. 79. Ib., t. 5. Carta 22, p. 403. 80. Ib., t. 2. Carta16, p. 259. 81. Teatro Critico, t. 2. Al Dr.Martínez, p. 443.

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