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JESUS ALVAREZ ARROYO 1 4 7 también hay harto que cercenar», nos advierte el Padre Maestro 76. Mucho se puede cercenar en el tratado de los transcendentales, por­ que apenas tiene después aplicación alguna «ni para la física, ni para la ética, ni para la teología» 77. Entre las propiedades del ente, atrae la atención la bondad ontològica. Su estudio en la metafísica tiene después repercusiones para la ética y para la misma ontologia, para toda la teología en general. Otro de los capítulos obligados en la me­ tafísica es el que se consagra al ente infinito. Dios es el ente infinito, y si no se esclareciera ónticamente este concepto, no podría después moverse nadie con un mínimo de claridad. Aquí nos encontramos con una situación muy parecida a la que hemos vivido en lo tocante a la lógica. También el interés principal de Feijoo .se centra en la m etaphysica -ancilla theologiae. Y en esta referencia a algo distinto de si misma, encuentra Feijoo la norma y medida, para admitir o excluir los tradicionales tratados de esta dis­ ciplina. Es una concepción un tanto pragmática, y n o está muy en consonancia con el carácter de ciencia absoluta que ostenta la meta­ física. De todos modos no hay que olvidar que Feijoo se movía en la filosofía escolástica y que ésta era la función más dignificadora y más importante de la filosofía. 3. R e í orma de la fisica. Es comprensible que todo el peso de su esfuerzo lo ponga Feijoo en la reforma de la física de su tiempo. Ya por lo que hemos dicho en el capítulo dedicado al escep ticism o físico de Feijoo, se puede colegir la reforma que emprenderá el Padre Maestro. En este aspecto y en este orden de cosas, más que de reforma de algo ya existente, se trata de implantación de algo que todavía no ha florecido en España. Lo dificultoso de esta empresa no está en que se ha de construir de nuevo. No; esto sería poco obstáculo a superar. Lo terrible es que el terreno está ocupado, dominado por suplanta­ ción por una ciencia, la cual hace creer a los seguidores y cultivado­ res suyos que les esclarece todos los secretos, cuando no se trata de otra cosa que de im uso artificioso de palabras huecas. Lo difícil es hacer ver la necesidad de esta nueva ciencia de la naturaleza que todavía no existe. «Supongo que en las tres facultades de teología escolástica, la moral y jurisprudencia, nada tiene que envidiar nuestra nación a las 76. Teatro Critico, t. 7. Disc. 12, p. 329. 77. Ib.

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