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JESÚS ALVAREZ ARROYO 1-41 «¿Qué conclusión teológica, ni aun qué opinión escolástica en ma­ terias teológicas se arruma, por negar los cuatro elementos aristoté­ licos, por quitar a la privación el usurpado título de principio del ente natural, por explicar las formas sustanciales y accidentales de los compuestos insensibles, como las explican los filósofos modernos, por admitir átomos criados, por explicar innumerables fenómenos con el movimiento de las minutísimas partículas, y otras mil cosas? Es claro que ninguna» 61. Y es que la auténtica filosofía de la naturaleza no es otra que la experimental. Y por ser el camino que nos lleva a conocer mejor el corazón de la naturaleza, se ve que esta ciencia experimental liga mejor que la misma física escolástica, como hemos podido apreciar ya. «Esto es mostrar no más que una de las innumerables sendas, por donde la experimental y verdadera filosofía conduce al conocimiento de la infinita perfección del Autor de la naturaleza. El carácter más seguro de la verdadera filosofía es darse la mano con la religión, y ser como ministra y aliada suya; y es indisputable la ventaja que en esta parte goza la experimental filosofía» 62. En este conflicto que Feijoo descubría entre la filosofía sistemática y la ciencia experimental, hay una confusión latente de planos de in­ vestigación. La conciencia filosófica del tiempo de Feijoo, no estaba capacitada para percibir esta diversidad. La confusión, a que me re­ fiero, reside en no ver claramente lo que mira a la investigación de los fenómenos, como tales, buscando las leyes que regulan su coexisten­ cia o su producción. Es un conocimiento relativo, sin llegar a la pro­ fundidad a que aspira la filosofía. En un caso y en otro, se habla de una ciencia que es un conocimiento por causas. Pero el término causas no tiene el mismo sentido. El plano de los fenómenos nos mantiene en lo que está sujeto a la observación y a la comprobación de nuestros sentidos, ya directa, ya indirectamente. Por ello se explica el interés que ofrecen los adelantos en el ins­ trumental científico para la investigación de la naturaleza. Feijoo se deshace en alabanzas al poder del microscopio y telescopio M. En la descripción de una máquina, especie de esfera armilar, inventada por el monje italiano, Dom Simplicio Griglione, para la didáctica de la 61. Ib., t. 4. Disc. 7, p. 157. 62. Ib., t. 7. Disc. 13, p. 362. 63. Cfr. Cartas Eruditas, t. 3.Carta 31, p. 382; sobre el m icroscopio, en par­ ticular, cfr. Teatro Critico, t. 7. Disc. 1,pp.10-11.

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