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134 FEIJOO Y LA FILOSOFIA ¡Oh, desdicha!, ¡que tenga la herejía sepultadas tan bellas luces en tan tristes sombras!» 37. Los filósofos que llaman la atención vivamente de Feijoo entre los ingleses son: Bacón, Newton, Boyle... a) Bacón es objeto de constantes alabanzas. Veamos cómo conci­ samente nos expone lo que significa la labor de Bacón en la filosofía. «Sin temeridad se puede decir que cuanto de un siglo a esta parte se adelantó a la física, todo se debe al Canciller Bacón. Este rompió las estrechas márgenes en que hasta su tiempo, estuvo aprisionada la filosofía: éste derribó las columnas, que con la inscripción non plus ultra habían fijado tantos siglos a la ciencia de las cosas naturales. El doctísimo Pedro Gasendo no fue otra cosa que un fiel discípulo de Bacon, que lo que éste había dicho sumariamente, lo repitió en sus excelentes escritos filosóficos, debajo de otro método más extendido. Lo que dijo Descartes de bueno, de Bacón lo sacó» 3S. Por cierto que a Feijoo no le agrada que su admiración por Bacón haya sido tomada a chacota por sus adversarios. Puede reflejar el to­ no vivo, fuerte y apasionado de las polémicas de Feijoo, que, ya viejo, el sabio benedictino excusaba como producidas por el dolor de la disputa 39. Porque el dolor, nos dice Feijoo ya anciano, es siempre diso­ nante. Por esto no es de extrañar este tono un tanto desenfadado, y un si es no es violento, áspero. «Pero lo que no se puede negar que tiene muchísima gracia es lla­ mar mi Adonis a Bacón: El adonis del Padre M aestro , el hereje Bacón de Verulamio. Asi les plugo hablar a los dos apologistas, n. 56. La ex­ presión tiene filis ; y aun por eso mismo es poco proporcionada a las barbazas de aquel gran Canciller de Inglaterra, que ciertamente no tenía cara de Adonis, si es su verdadero retrato el que está colocado a la frente de sus obras en la edición de Francfort de 1665. Pero ¿quién no ve asomarse en la afeitada frente de aquella vocecita de filigrana el satírico ceño de una cruel invectiva?» 40. Los dos apologistas a que alude el texto, son los PP. Marcos Tron- chón y Rafael de Torre-Blanca, que salieron en defensa de la lógica de Raimundo Lulio, frente a los ataques que contra ella dirigió Feijoo. La condición de hereje era lo que resultaba más digno de repulsa para los defensores de Lulio. Tanto, que ello bastaba para no preferir la ló­ gica de Bacón a la del beato mallorquín. Con ello se confirma lo que 37. Teatro Critico, t. 2. Disc. 15, p. 373. 38. Ib., p. 372. 39. Cartas Eruditas, t. 5. Carta 22, pp. 401-402. 40. Ib., t. 2. Carta 13, pp. 180-181.

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