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FEIJOO Y LA FILOSOFIA ta solidez... Y Descartes (de cuyas opiniones estoy mucho más distan­ te) fue de ingenio exquisitamente desembarazado y sutil» 33. Encontramos de una forma condensada su juicio sobre el conteni­ do de la filosofía en el siguiente pasaje: «Fue Descartes dotado de un genio sublime, de prodigiosa inventi­ va, de resolución magnánima, de extraordinaria sutileza. Como fue soldado y filósofo, a las especulaciones de filósofo, juntó las osadías de soldado. Pero en él lo animoso degeneró en temerario. Formó proyec­ tos demasiadamente vastos. Sus incursiones sobre las doctrinas recibi­ das, no se detenían en algunas márgenes. De aquí procedieron algunas opiniones suyas que mira con extrañeza la filosofía, y con desconfian­ za la religión. Sus turbillones son de una fábrica extremamente mag­ nífica, mas no igualmente sólida. Así los mismos que los admiten, unos por ima parte, otros por otra parte, han andado quitando, y po­ niendo piezas para que se sostengan. Su sentencia de la inanimación de los brutos, por más que suden en la defensa sus sectarios, siempre será tratada de extravagante paradoja por el sentido común. La idea que dio de la esencia de la materia y del espacio, tiene su encuentro por consecuencias mediatas con lo que nos enseña la fe de la crea­ ción del mundo. Del mismo vicio adolece la extensión del mundo inde­ finida. Finalmente, no acertó a componer con su modo de filosofar el misterio de la transustanciación» 34. Es acertada la crítica que se hace en estas líneas. Claro que a Des­ cartes se le ve en relación con la fe y con la religión; y también un tanto en relación con estos problemas de la realidad que no se solucio­ nan, al sentir de Feijoo. Pero esto nos llevaría a discutir con el sabio benedictino, largo y extenso. Y ¿para qué? Feijoo no se introdujo en el pensamiento de Descartes con entusiasmo, como se advierte en sus escritos. No; hay una distancia de espíritu. Una distancia que podría­ mos hacer derivar del sustratum de la filosofía cartesiana, que no si­ gue teniendo relieve en Feijoo. Para Descartes, la filosofía era pensa­ da y mirada como una ciencia similar a la geometría: el ideal de esta ciencia, que progresa por un método estrictamente deductivo. Y Feijoo tiene ante sus ojos otra ciencia que le llama infinitamente más la atención. Para Feijoo la ciencia que verdaderamente importa culti­ var, y que se transforma en patrón y modelo de la filosofía es la cien­ cia físico-matemática. Y en ella, poco vale el sistema. ¿No está aquí la clave de esa desafección que se advierte en Feijoo hacia Descartes? Y también esa proximidad mayor que nos confiesa hacia Gasendo. 33. Teatro Crítico, t. 2. Disc. 1, p. 7. 34. Cartas Eruditas, t. 2. Carta 16, p. 248.

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