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JESUS ALVAREZ ARROYO 129 e) Para terminar estos motivos, citemos el que encuentra Feijoo en «la emulación (acaso se le podría dar peor nombre) ya personal, ya nacional, ya faccionaria». Los que claman contra la filosofía moderna no manifiestan su pro­ pio interior. Hay en sus palabras un auténtico vacío, y de ahí el que las multipliquen. Contra la filosofía moderna, «Oyéseles reprobarla, o ya como inútil, o ya como peligrosa. No es esto lo que pasa allá dentro. No les desplace aquella literatura, sino el sujeto que brilla con ella» 2S. No todos los escolásticos pueden ser catalogados en este grupo, cu­ yos motivos hemos tratado de examinar con Feijoo. Hay escolásticos abiertos, sin complejo alguno. Uno de ellos es el jesuíta P. Losada, cuya obra critica el Padre Maestro con sinceros elogios. Y expresa­ mente lo destaca de la turba multa de escolásticos sin inquietud inte­ lectual y moderna. «No el deseo de elogiarle, sino la materia de este discurso (habla de la física, el P. Feijoo, en él) me precisa a hacer memoria de su obra, pues habiéndome quejado del desprecio con que en España se miran las novedades filosóficas de los extranjeros, debo a la justicia advertir que el Curso del Rdmo. P. Losada, no está comprendido en esta nota, pues aunque impugna vigorosísimamente todos los sistemas de los corpusculistas, sobre ejecutar esto, muy ajeno de aquellos insultantes dicterios, que por acá estilan los filósofos pedantes, antes mezclando con la impugnación de sus doctrinas el elogio de sus ingeniosos auto­ res, al mismo tiempo con generosa mano abre la puerta del aula espa­ ñola al mérito de la experimental filosofía» 29. Además de este contenido moderno que advierte Feijoo en la obra del P. Losada, está la forma, cosa que también es muy de alabar por lo rara en los tratados escolásticos. «Mas lo que sobre todo me admira, es una cosa que, hasta ahora a todos pareció impracticable, o a lo menos, por arduísima, nadie hasta ahora osó, o acertó a practicarla, que es escribir todo un curso filosó­ fico con una pura y bella latinidad... No ignoro que por acá hay algu­ nos censores desabridos, que juzgan, o pretenden persuadir, que la majestad de la ciencia se humaniza demasiado con la amenidad del estilo, y el vigor del argumento se debilita con la cultura de la frase como si a Minerva, diosa de la sabiduría, la hubiese pintado nadie tosca y desaliñada; o como si Palas, por fuerte, dejase de ser hermo­ 28. Cartas Eruditas, t. 2. Carta 18, pp. 251-252. 29. Teatro Critico, t. 7. Apéndice al Discurso 13, pp. 364-365. Nueva impresión «a costa de la Compañía de Impresores y Libreros del Reino». Madrid 1765. 9

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