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JESUS ÁLVAREZ ARROYÓ contenía más que «curiosidades inútiles». En este momento la dia­ léctica de Feijoo con toda su agudeza sutil, se pone en acción. ¿Curio­ sidades inútiles? «Implica ser verdad y ser inútil. No hay verdad al­ guna, cuya percepción no sea útil al entendimiento, porque todas con­ curren a saciar su natural apetito de saber... ¿Cuál será más útil, ex­ plorar en el examen del mundo físico las obras del Autor de la natu­ raleza, o investigar en largos tratados de El en te de razón, y de abs­ tracciones lógicas y metafísicas las ficciones del humano entendi­ miento? Aquello naturalmente eleva la mente a contemplar con ad­ miración la grandeza y sabiduría del Creador; ésta la detiene como encarcelada en los laberintos que ella misma fabrica». 22. Un episodio corto nos hará ver mejor que ningún otro recurso este contraste de utilidad y de inutilidad. «Trajo en una ocasión a mi celda D. Juan d’Elgar, excelente ana­ tómico francés, que hoy vive en esta ciudad, el corazón de un carnero, para que todos los maestros de este colegio nos enterásemos de aquella admirable fábrica. Con prolixidad inevitable nos fue mostrando parte por parte todas las visibles que componen aquel todo, explicando jun­ tamente sus usos. Puedo asegurar que no sólo fue admiración, fue es­ tupor el que produjo en todos nosotros el descubrimiento que logramos en tan prodigiosa contextura. ¡Cuánta variedad de instrumentos! ¡Qué delicados algunos y, juntamente, qué valientes! ¡Cuánta varie­ dad de ministerios conspirantes todos al mismo fin! ¡Qué armonía! ¡Qué combinación tan artificiosa entre todas las partes, y los usos de ellas! La muestra de Londres más delicada y de más multiforme es­ tructura, es una fábrica groserísima, en comparación de esta noble entraña. Al fin, todos convenimos en que no habíamos jamás visto o contemplado, cosa que nos diese idea tan clara, tan sensible, tan viva y eficaz del poder y sabiduría del Supremo Artífice» 23. Un tanto larga resulta la cita; pero vale la pena comprobar el vivo entusiasmo de Feijoo por la ciencia experimental de la natura­ leza, que nos la presenta en sus entrañas mismas, con toda la riqueza que la escolástica no ha podido entrever, porque no ha seguido los caminos por los que únicamente se puede llegar a las intimidades y secretos del mundo material. Con esto muestra lo infundada que está la opinión de aquellos que ven en la nueva ciencia un peligro para la religión. ¡Si es todo lo con­ trario! ¡Si precisamente es la preocupación religiosa, por llegar más cerca de Dios, la que impulsa a encontrarle por estos caminos seguros! 22. Ib., pp. 245-246. 23. Ib., pp. 246-247.

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