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JESUS ALVAREZ ARROYO 1 2 3 estaba. Todos oyen mis voces, y casi todos parecen que están sordos a ella: d ilexerun t hom ines magis tenebras quam lucem-» IS. Este afán de luchar contra el error en cualquier circunstancia, sin perder la más mínima posibilidad de hacerlo, nos explica el desorden que literariamente se nota en algunos de sus discursos. El nos lo advierte: «Recuerdo aquí al lector, porque no me culpe ésta y semejantes digresiones, que en el prólogo del primer tomo le previne, que mi de­ signio no sólo era impugnar los errores comunes pertenecientes dere­ chamente al asunto y título de cada discurso, más también los que por incidencia incurriesen, exponiendo allí el motivo de seguir este mé­ todo» 16. De todos modos es una obra original, una obra nueva, sea lo que sea de sus resultados. Feijoo tiene una convicción firme de esta ori­ ginalidad. Así nos la expresa en el Prólogo ( rio al lector discreto y pío, sino al ignorante y malicioso ), del tomo IV del Teatro Crítico: «Di lo que quisieres, no podrás negarme la novedad de esta obra, la cual me da el carácter de autor original, por más que lo sientas. Tampoco podrás negar que el designio de impugnar errores comunes, sin restricción de materias, no sólo es nuevo, sino grande. Si le qui­ sieres negar lo útil, concederé que para ti no lo será; pues por más que esfuerce mis razones no podré desengañarte de las muchas sim­ plezas que te ha metido en el cerebro el descaminado juicio del vulgo» 17. Creo que hemos logrado una síntesis de las notas que pueden ca­ racterizar la obra feijoniana. Esta obra ardua que se dirige a todo el orbe; que lucha con viejos monstruos, con terribles monstruos, viejos como la humanidad, y que tienen la particularidad de cobrar vigor y fuerza con su propia senectud. Hay en el acento de sinceridad con que nos habla Feijoo mucho de grandeza épica. Esta lucha contra el error, que vista así, nos suena a algo sin sentido —¿no vale más luchar implantando la verdad? ¿Es preciso ese desm on te de que habla Feijoo; o es preferible que la verdad con su fuerza clarificadora destierre al error, por sí misma, por su presencia dinámica?—, situada en la pers­ pectiva vital de Feijoo, la lucha contra el error cobra una continuada grandeza, un interés humano profundo, porque toca las raíces mismas del hombre que siempre se mueve entre luces y sombras, y con la ten­ is. Cartas Eruditas, t. 1. Carta 35, p. 339. Edic. «a costa de la Compañía de Im ­ presores y Libreros». Madrid 1765. 16. Teatro Critico , t. 4. Disc. 14, p. 484. Nueva impresión «a costa de la Com ­ pañía de Impresores y Libreros del reino». Madrid 1765. 17. Ib. Prólogo.

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