PS_NyG_1966v013n001p0003_0029

B E R N A R D IN O DE ARM ELLAD A 11 De Revela tione evite el hablar, en estos términos u otros equivalentes, de «Tradición constitutiva» 21. J. Beumer, tras un estudio valioso 22 en el que sigue pacientemente la línea difícil del concepto de tradición —carácter disciplinar, desvío hacia una identificación con el Magisterio, etc.— asegura que no ha habido desacuerdo esencial acerca de la realidad de la misma en cuan­ to doctrina apostólica transmitida hasta nosotros a lo largo de las generaciones. La existencia de la Tradición oral como fuente de fe en cierto modo al lado de la Escritura se halla, según él, asegurada en la historia de los dogmas. Todos están de acuerdo en reconocer que la Tradición es lo que configura la vida religiosa práctica de la Iglesia. Las diferencias aparecen cuando se quiere determinar cuál es el ob­ jeto preciso de esa Tradición. Las dos posiciones extremas de los auto­ res católicos —Tradición como fuente autónoma que añadiría ver­ dades nuevas a las testimoniadas por la Sgda. Escritura, o Tradición que aclararía simplemente el contenido bíblico— no le parece que puedan resistir a una critica serena. Porque la primera concepción, a más de estar en pugna con las expresiones de los Santos Padres y de los teólogos escolásticos pretridentinos, no puede alegar en su favor la autoridad de Trento y, por otra parte, echa por tierra toda posibi­ lidad de diálogo con los protestantes. La teoría de la Tradición mera­ mente interpretativa, si bien no puede demostrarse que sea directa­ mente excluida por la definición tridentina, es unánimemente recha­ zada por la teología posterior, salvo alguna excepción, que confirma la regla. Como conclusión cree Beumer se ha de establecer una vía media fundamentada en un «principio de Escritura» completamente cató­ lico. La Tradición tiene más alcance que la pura Escritura en cuanto comentario vivo de la misma, al tiempo que da forma práctica a su verdad, sólo incidentalmente completada en su contenido. En defini­ tiva, Escritura y Tradición han de ser consideradas como unidad or­ gánica más que como dos fuentes autónomas de fe B. También posición de síntesis, o quizás mejor, de revisión del punto de partida, parece ser la de J. Ratzinger 24. Para él, la teoría de las dos fuentes de revelación —Tradición y Escritura— , como material­ mente complementarias, surge de una visión angosta del problema. 21. Ib., pp. 656-657. 22. Citado en la nota 7. 23. Véanse especialmente las pp. 133-134 del citado libro de Beumer. 24. Nos guiamos por su artículo en Lexikon für Th. u. K. ya citado en la nota 8, y por el libro Offenbarung und Überlieferung en colaboración con K . Rahner, donde Ratzinger presenta un valioso trabajo que titula Ein Versuch zur Frage des Traditionsbegriffs, pp. 25-69. C f. nota 17.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz