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6 LA «TRADICION» EN EL CONCILIO VATICANO I I tradición cristiana una fisonomia del todo singular. Es por eso eviden­ te que una concepción fundamentalmente católica acerca de la Tra­ dición ha de ser tan antigua como la teología. Pero la sistematización reflexiva de la misma se espolea sólo a partir de la reacción frente al protestantismo. Lutero cayó en ese peligro tan corriente de destrozar las cosas al intentar limpiarlas violentamente. La pasión o el entusiasmo le hicie­ ren perder moderación y tacto. Su justificable afán reformista que buscaba la simplicidad del Evangelio le enfrentó con la maraña de las «costumbres eclesiásticas», las «tradiciones» en las que se querían amparar algunas actitudes abusivas del cristianismo. Después de co­ menzar rechazando las «tradiciones eclesiásticas», el protestantismo acabó por romper indistintamente con toda tradición quedándose sin más autoridad que la sola Sagrada Escritura para tomar contacto con el mensaje divinamente revelado. Y en su carrera de invectivas contra lo que sonara a Tradición, aplicó desafortunadamente a la Igle­ sia Católica el pasaje de Me. 7, 1-3, estigmatizando como meras arbi­ trariedades humanas todas sus enseñanzas, costumbres e instituciones no explícitamente bíblicas. Así se minaba radicalmente la autoridad divina de la Iglesia en su Tradición y en su Magisterio. El concilio de Trento no pudo menos de condenar la rebeldía y los errores en que pretendía fundamentarse. En consecuencia, recaba para las tradiciones apostólicas una autoridad semejante a la de los libros inspirados, ya que en ellas se contiene también la verdad y disciplina evangélicas 6. En su intención de oponerse al error protestante le basta con dejar claro que la revelación evangélica no nos llega exclusiva­ mente a través de la Escritura, sino también por la Tradición conser­ vada en la Iglesia 7. No trata, sin embargo, de la relación existente entre Escritura y Tradición apostólica ni determina cuál es el conte­ nido preciso de esa Tradición. Aunque no se pone énfasis especial en afirmar la existencia de tradiciones apostólicas no escritas, sí parece que los Padres tridentinos estaban persuadidos de que la Tradición añadía algo a la Escritura *. En esta linea de reacción contra la herejía la teología sistemática halló pronto un medio fácil de refutar a les protestantes: Sus ataques contra determinadas verdades católicas en nombre de la Escritura dejaban de tener sentido desde el momento en que la verdad revelada 6. Cf. Denzinger-Schönmetzer, 1501 (783). 7. C f. J . Beumer, Die mündliche Überlieferung als Glaubcnsquclle, Freiburg 1962, pp. 74-88. 8. C f. J . Ratzinger, Tradition ( I I I . Systematisch) en Lexikon für Theologie und Kirche, 10. Band, Freiburg 1965, col. 297.

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