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B e r n a r d in o d e a r m e l l a d a Í9 íundidad teológica que adquiere la idea de la revelación cristiana al ponerse tan de relieve su carácter de manifestación salvífica actuante, sin quedar reducida a una mera locución o proposición de verdades. 2. La transm isión de la revelación. Esta revelación cristiana que se ha descrito se comunicó de modo inmediato a los testigos presenciales de las palabras y de los hechos de Dios en Cristo. Al querer analizar su relación con los hombres pos­ teriores, con nosotros en concreto, surge el problema del modo como nos alcanza ese mensaje, del medio que nos pone en contacto con él. Dos cosas comienza afirmando la Constitución «Dei Verbum» en el segundo capítulo: que el contenido de la revelación ha de permanecer íntegro y que ha de ser transmitido a todas las generaciones 44. Con este fin Jesucristo, no sólo consumó la revelación al manifes­ tarse, sino que eligió a los Apóstoles como colaboradores de su men­ saje. Esta buena nueva o Evangelio, enraizado en la promesa del An­ tiguo Testamento, completado y promulgado por boca de Jesucristo, es llamado por el Concilio «fuente de toda verdad salvadora y de toda disciplina moral. Este Evangelio es el que los Apóstoles han de pre­ dicar a todos los hombres, comunicándoles al mismo tiempo los dones divinos 45. La extensión del mensaje aparece así ligada a un doble ofreci­ miento y exigencia: conocimiento del mismo por la predicación y entrada en su realidad por los sacramentos. Los Apóstoles cumplieron fielmente el mandato del Señor. A fin de propagar la noticia del mensaje se sirvieron de los dos medios de co­ municación a su alcance: la predicación oral y los escritos. Para comunicar la realidad salvadora del Evangelio emplean, además de las palabras, su propio ejemplo — la teoría hecha vida— y las institu­ ciones —de valor sacramental— . Todo lo que recibieron de boca del Señor, de la convivencia con El y de sus actuaciones, y lo que después les enseñó el Espíritu Santo, todo lo transmiten a los hombres 44. «Quae Deus ad salutem cunctarum gentium revelaverat, eadem benignis­ sime disposuit ut in aevum aeternum permanerent omnibusque generationibus transm itterentur». D R , n. 7. 45. «Ideo Christus Dom inus, in quo summi Dei tota revelatio consummatur <cf. 2 Co 1, 30; 3, 16-4, 6), mandatum dedit Apostolis ut Evangelium , quod pro- missum ante per Prophetas Ipse adimplevit et proprio ore p rom u lg a vi, tamquam fontem omnis et salutaris veritatis et morum disciplinae omnibus praedicarent, eis dona divina communicantes». DR . n. 7. 46. «Quod quidem fideliter factum est, tum ab Apostolis, qui in praedicatione orali, exemplis et institutionibus ea tradiderunt quae sive ex ore, conversatione et

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