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B E R N A R D IN O DE ARM ELLAD A 17 Dios siguió en su revelación un proceso histórico gradual. La acción salvífica se inició en una manifestación personal de Dios al principio mismo de la creación: «Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo (cf. Jn. 1, 3), da a los hombres testimonio de si en las cosas creadas (cf. Rm. 1, 19-20) y, queriendo abrir el camino de 1a. sal­ vación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio» 35. La humanidad no estaba pendiente sólo de sí misma. La caída del hombre, por tanto, no podía anular el plan salvífico de Dios, ni pro­ ducir ruptura en su propósito imitarlo M. «Después de su caída alentó (Dios) en ellos la esperanza de la salvación (cf. Gn. 3, 15) con la pro­ mesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la per­ severancia en las buenas obras (cf. Rm. 2, 6-7)» 37. Este cuidado de Dios se manifestó de un modo ejemplar en el pue­ blo de Israel. Las etapas de la manifestación divina van a través de Abraham, Moisés y los profetas, para llegar a Cristo, en quien se al­ canza la revelación plena y, por ello, la salvación auténtica. El es, al mismo tiempo la acción divina que salva a los hombres y el testimo­ nio y explicación más completa de esa acción. En El tocamos la ple­ nitud y no tenemos que esperar a otro. Tales son las ideas del n. 4 de la Constitución 38. 35. D R , n. 3. 36. Nótese que no gustó a muchos Padres la expresión del texto primero (reelaborado) «m isericorditer prom ittendo Redemptorem, mox m irabiliter restau­ r a v i ordinem salutis», que se cambió en «quos post lapsum in spem salutis erexit, redemptione promissa», variándose luego únicamente la construcción gramatical. (O f. Schema Constitutionis de Divina Revelatione (anterior al arriba citado), Ty p is Polyglottis Vaticanis 1964, pp. 6 y 11). 37. D R , n. 3. 38. «Postquam vero m ultifariam multisque modis Deus locutus est in Pro- phetis, novissime diebus istis locutus est nobis in Filio (Heb 1, 1-2). M isit enim F ilium suum, aeternum scilicet Verbum , qui omnes homines illum inât, ut inter homines habitaret iisque intim a Dei enarraret (cf. J n 1, 1-18). Iesus Christus ergo, Verbum , caro factum , «homo ad homines missus, verba Dei loquitur (J n 3, 34), et opus salutare consummat quod dedit ei Pater faciendum (cf. J n 5, 36; 17, 4). Quapropter Ipse, quem qui videt, videt et Patrem (cf, Jn 19, 4), tota suiipsius praesent a ac manifestatione, verbis et operibus, signis et miraculis, praesertim autem morte sua et gloriosa ex mortuis resurrectione, misso tandem Spiritu ve- ritatis, revelationem compiendo perficit ac testimonio divino confirmât, Deum nempe nobiscum esse ad nos ex peccati mortisque tenebris liberandos et in aeter- nam vitam resuscitandos. Oeconomia ergo Christiana, utpote foedus novum et definitivum , numquam praeteribit, et nulla jam nova revelatio publica expectanda est ante gloriosam manifestationem Dom ini Jesu Christi (C f. 1 T im 6, 14 et T i t 2, 13)». D R , n. 4. 2

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