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16 LA «T R A D IC IO N » E N E L C O N C IL IO V A T IC A N O I I no se realiza más que a través de Cristo, Verbo encarnado, que cons­ tituye el único acceso de la humanidad hasta la Intimidad de Dios. El suceso de la manifestación de Dios se describe luego más en concreto: «En consecuencia, por esta revelación Dios invisible (cf. Cl. 1, 15; 1 Tm. 1, 17) habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor (cf. Ex. 33, 11; Jn. 15, 14-15) y mora en ellos (cf. Bar. 3, 38) para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía» 31. La índole gratuita y sobrenatural se subraya en la expresión «movido por su gran amor». El «hablar como amigo» y «morar con los hombres» son términos que implican una superación del concepto de revelación como algo meramente intelectualístico referido exclusiva­ mente a la comunicación de ideas o verdades. Así el carácter de «lo­ cución formal» es rebasado sin ser excluido. Seguidamente se va detallando más al explicar cómo «este plan de la revelación se realiza con palabras y acciones 32 intrínsecamente conexas entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la his­ toria de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas» 33. En la revelación divina se compenetran, indisolublemente, palabra y acción: porque la Palabra de Dios es esencialmente eficaz, y porque su acción salvadora ha de ser interpretada y explicada por medio de palabras. El punto máximo de la revelación de Dios viene a lograrse en un suceso que es, al mismo tiempo, Palabra: el suceso de Cristo, la Pala­ bra eterna del Padre hecha carne, hecha manifestación de Dios a los hombres. Por eso el Concilio, con frase feliz, llama a Cristo no sólo mediador, sino plenitud de toda la revelación. «Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación de Cristo, que es, a un tiempo, mediador y plenitud de toda la revelación» 34. 31. D R n. 2. 32. Es de bulto la equivocación de la B A C al traducir «con palabras y gestos» la expresión gestis verbisque. E l traductor posiblemente quiso tener en cuenta la observación no adm itida por el Concilio de poner factis verbisque, porque el vocablo gesta es más personal y tradicional. Pero gesta no significa los ademanes o gestos que acompañan a la palabra (en latín gestus), sino acciones que se llevan a cabo. (C f. el Schema constitutionis, p. 9 — citado en la nota 5— ). Decimos que es de bulto semejante error, ya que la expresión castellana falsea completamente el sentido de la constitución. 33. D R , n. 2. 34. D R , n. 2.

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