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332 «HONEST TO GOD», UN LIBRO RESONANTE dan muestras de un pertinaz conservadurismo ideológico y en vez de buscar cauces filosófico metafísicos de más reciente y accesible ela boración, la inercia y la pereza mental les retenga en la «devota» y anticientífica admiración de los «gloriosos antepasados». Fuera de esta dificultad general, el hombre positivista, cientificis- ta de nuestros días ha de encontrar especialmente extraña la exposi ción metafísica de los contenidos de la fe. Nada es para él científico ni objetivo sino lo que viene contrastado por la experiencia directa. En tal caso, la exposición de la fe que pretenda dar contenido me- tafísico a sus afirmaciones, han de ser mirada como puro subjetivis mo, falta de honradez científica. Los teólogos deberían ser «honrados con Dios» y no pretender hablar de las interioridades divinas, porque en el fondo se ve que no saben. Que lo digan honradamente y hablen de los valores vitales de la creencia, de su ordenación al amor y ser vicio del hombre. Sin embargo, las objeciones positivistas han de com batirse en su misma rampa de lanzamiento; el positivismo, inacepta ble como interpretación última de la realidad sensible y de la reali dad humana. Respecto al «supranaturalismo» (no confundirlo con el concepto católico de sobrenatural) creemos que la descripción que de él hace Robinson no toca para nada el concepto que la teología ha manteni do siempre sobre Dios y las realidades de la fe. Dentro de la tensión entre inmanencia-trascendencia que encuadra todas las relaciones hombre-Dios, nuestra teología siempre ha acentuado el movimiento de inmanencia de lo divino. Las realidades mismas materiales y el hombre principalmente, siempre han estado vinculados a Dios como instrumentos activos de la gracia de Dios para los demás hombres. La ’’Reducción de todas las artes a la teología” por una parte y la consideración de toda la creación como ’’Itinerario de la mente hacia Dios”, no sólo expresan la actitud de san Buenaventura, sino que son ejemplares y paradigmas de la actitud general católica. Toda la crea ción material está sendereada por los «vestigia Trinitatis» en lo ín timo de cada realidad y la realidad humana es estudiada ante todo como «imago Trinitatis». Fijémonos ahora en el ropaje ’’mitológico” en que están expresa das las verdades de nuestra fe, principalmente en la Biblia. Robinson no pretende negar la necesidad y utilidad de la expresión «mítica» de la fe. Unicamente subraya su incompatibilidad con la mente y la sen sibilidad el hombre «secular», científico, positivista y técnico de nues tros días. Con todo esto sólo será verdad en la medida en que lo mítico de la Biblia y de la teología quieren hacerse pasar como explicaciones rigurosamente científicas y objetivas de la realidad. Entonces tiene razón el «científico» en repudiar semejantes exposiciones de la fe. Pe
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