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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 331 ajenos a una visión católica del mundo. Es dolorosos pensar que, pen­ sadores como Ortega y Gasset o Unamuno, no encontraron en sus días teólogos católicos de conveniente altura intelectual y abertura mental suficiente para entablar un diálogo entre iguales. Con la gue­ rra de 1936-1939 triunfó el integralismo ideológico en todos los sec­ tores de la vida nacional. Pero la situación ni puede ni debe durar. Por exigencias internas y por presión cultural externa el problema del hombre «secularizado» se planteará con agudeza entre nosotros y, en consecuencia, el problema de la adaptación del Mensaje. Mientras tanto, aunque sea en formas más benignas, el problema de la adap­ tación de nuestra teología a la mentalidad contemporánea también ha sido puesto en marcha entre nosotros. Describiendo Robinson los rasgos mentales y sensibilidad el hom­ bre «secularizado» lo caracteriza con estos cuatro rasgos: repudio de toda expresión metafísica de las verdades teológicas; supranatura- lismo; prevención contra el mitologismo y la resistencia contra un cristianismo de tipo «religioso», en el sentido especial que Bonhoeffer da a la palabra 3. Pues bien, en cualquiera de estos cuatro momentos será preciso que maticemos las observaciones que Robinson expone en ’’Honest to G od ” y en la «Discusión». En primer lugar hay que decir que el repudio de la expresión meta­ física en las verdades teológicas, es una actitud específica del hombre «secular» de nuestros días sólo hasta cierto punto. La exposición meta­ física de las verdades cristianas ha de encontrar siempre dificultades. La razón fundamental estriba en que tal exposición, refinadamente intelectual y metafísica, siempre ha de ser patrimonio de muy pocos. Incluso muchos pastores de almas que han estudiado su teología ele­ m ental sienten luego la teología sistemática como una armadura muy pesada para defender la fe y casi inútil para propagarla y presentarla al hombre culto de la actualidad. Sin embargo, la expresión metafísica de las verdades reveladas es legítima, necesaria e inevitable dentro de la Comunidad eclesiástica. Lo lamentable es que nuestros teólogos 3. Si interesa el concepto de «religión en Bonhoeffer, sin hacer nada parecido a bibliografía, indicamos D . Bonhoffer, Auswahl, C h . Kaiser-Verlag, München 1964; sobre todo en la sección «W inderstand und Ergebung», pp. 451-599. De esta obra damos cuenta en la pág. 358 de la revista G . Sauter, Zur Erkunft und Absicht der Formel ’’Nicht-religiöse Interpretation biblischer Begriffe” bei Dietrich Bonhoeffer, en Evangelische Theologie 25 (1965) 283-297. Con especial referencia a John A. T. Robinson puede leerse G . Foley, Die religiöse Religionslosigkeit des Bischofs Ro­ binson, en Evangelische Theologie 24 (1964) 178-195. Tam bién K . B a rth está en la m isma linea, cfr. Kirchliche Dogmatik, 1-2, § 17, pp. 304-397. Y a alguno de los títulos es significativo: Religion als Unglaube.

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