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324 « H O N E S T T O G O D » , U N L IB R O R E S O N A N T E cristiano que dio origen al libro de Robinson: la preocupación por la ineficacia de nuestras formas de predicación, el afán apostólico de hacer accesible el Mensaje. Pero, el camino y los medios para lograr esta finalidad deberían ser discutidos (p. 149). ” G o tt ist anders” : La idea ha estado siempre muy clara, no sólo en la Biblia, sino también en la teología católica. Nuestro lenguaje sobre Dios siempre ha sido analógico y simbólico. No tendría impor­ tancia el cambiar el símbolo de lo hondo por el de lo alto (p. 150). Lo que Robinson dice —con Bonhcefíer— , sobre el cristianismo «sin religión» se basa no en el concepto propio de religión, sino en una caricatura de la misma (p . 151). Una auténtica religiosidad humana no es un estorbo, sino un paso necesario, presupuesto para la recep­ ción del Mensaje sobrenatural del cristianismo (p. 152). Que Jesús sea un «hombre para los otros» aparece claro en el NT. Pero la exclusividad de esta fórmula de Robinson es evidente. Deja sin recoger aspectos fundamentales de la Cristología del NT. y de la tradición de la Iglesia (pp. 152-154). La misma exclusividad en la re­ ducción de la moral al único mandamiento del amor, ya que el amor que no se expresa en obras ¿qué es? (p. 154 s.). Su afán primero de hacer comprensible el Mensaje evangélico al hombre actual, debería tener los ojos bien abiertos tanto al Mensaje como al hombre actual. Pero Robinson ha inclinado la vista en forma demasiado marcada hacia una de las partes: el hombre «secularizado» de la sociedad ac­ tual aparece como norma y medida de lo que se ha de predicar: de la forma y del contenido (p. 156). Un incrédulo, E. Hapke, toma la palabra para decir que encuentra significativo el libro de Robinson. Porque, prescindiendo de ideas ele­ vadas y absolutas, considera que la fe cristiana se reduce a esto: a encontrar a Dios en el trato con las realidades cotidianas del mundo y del hombre. Servir al hombre y mundo en la entrega honrada, so­ bria, sin gestos ni palabras grandiosas; comprenderle especialmente en sus errores; estar profiradamente al lado de los demás hombres en las tareas comunes de un mundo herencia común de todos. Pero, se pregunta, ¿para todo esto es realmente muy importante el que un hombre sea cristiano? (pp. 157-164). Nos interesa subrayar las preguntas que H . W . Augustin hace a propósito del libro del ’’H on est to G o d sobre el alcance de una dis­ tinción tan radical entre religión y fe ; el diálogo entre teología y la historia de las religiones y, sobre todo, ¿vale la esperanza cristiana exclusivamente solo para este mundo?» (p. 174 s). Esta última pre­ gunta resulta especialmente grave. Robinson no da una respuesta d i­ recta. Coincide esta observación de Augustin con la falta general de sentido escatológico que varios han subrayado en a obra de Robinson.

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