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296 E L P E N S A M IE N T O D E S E N E C Á . Crisipo y sus preferencias por la misión de educar y formar, misión a la que no renuncia sino al morir. ’’Non scholae sed vitae discimus”, fue uno de los lemas de su vida. Revela su desprecio a la pedantería escolar y las exigencias vitales de su conocimiento. S. Rabade Romeo, La metafísica de Séneca (VIII Sem.), estudió es­ ta parte de la filosofía. A pesar de su asistematismo, el ponente hizo un intento por ver en Séneca un planteamiento y solución del pro­ blema del ser y juntamente los rudimentos de un sistema categorial. Se detuvo especialmente en el estudio de las teorías de las causas, preguntándose por la unicidad de la primera de ellas. Esto le llevó a tratar del tema de Dios en Séneca: su existencia, naturaleza y atri­ butos. Desde una visión más religiosa estudió el problema de Dios A. Ortega, La dimensión religiosa en el pen sam ien to de Séneca (C. I.). Todo este estudio se movió bajo un signo fluctuante que tal vez res­ pondiera a la mentalidad de Séneca en torno a dicho tema. «Séne­ ca tuvo que pisar luces dudosas», decía el ponente. Y tan dudosas le parecieron que en mi momento de su discurso añadía: «El panteísmo resulta para Séneca la expresión más adecuada de su talante reli­ gioso». Pero muy luego afirma categórico: «Séneca es monoteísta». Es muy difícil conciliar ambas afirmaciones. La conclusión que de to­ do ello deduce A. Ortega es que, al preguntar por lo que es Dios para Séneca, no hay respuesta definitiva. Y si esto hay que decir sobre el fundamento de la religión, nada de maravillar que las convicciones de Séneca sobre la misma sean igualmente fluctuantes. Como prueba de una carencia de religiosidad honda en Séneca recuerda que falta en ella la noción de pecado, como igualmente en toda la moral an­ tigua. Esta interpretación de Séneca fue muy discutida y ciertamen­ te no parece calar de modo suficiente en los textos del filósofo. En sentido diametralmente opuesto a esta interpretación razonó T. Mon- tu ll, Providencia y destino en Séneca (VIII Sem.), quien intentó de­ mostrar la aproximación del pensamiento de Séneca al de Santo To­ más, ya que entre Providencia y hado no hay ninguna oposición, an­ tes bien mutuo reclamo, en cuanto que la Providencia es quien dis­ pone las cosas que han de suceder, las que, cuando de hecho suceden y según suceden, son llamadas hado. De aquí que los votos y súplicas que se hacen a los dioses entran también dentro del hado. Esto es ciertamente ver a Séneca con o jo muy cristiano, mejor diríamos, to­ mista. ¿Hay fundamento para tanto? M. Cruz Hernández, Los lím ites del estoicismo de Séneca (C. I.), estudió el ambiente espiritual de Séneca y, especialmente, su rela­ ción con el estoicismo. Como aportación discutible se debe subrayar que según este ponente no puede hablarse de un estoicismo romano, incluyendo a Séneca al lado de Epicteto y de Marco Aurelio, puesto

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