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2 9 4 E L P E N S A M IE N T O D E S E N E C A . ideal ético la intervención de J. Muñoz Perez-Vizcaino, El dom inio ■propio en Séneca (VIII Sem.) fue iluminadora. Hizo ver cómo para Séneca el mejorar del hombre es más problema psicológico que filo­ sófico. No es cuestión de pensar, sino de obrar. De aquí la importan­ cia del consejo de Séneca al que camina: el mayor obstáculo para llegar es creer que ya se ha llegado. A su vez P. Cerezo Galan, Liber­ tad y tiem po en Séneca (VIII Sem.) estudió la significación moral del tiempo en Séneca. Distingue éste dos clases de tiempo: el tiem po e x ­ terior que es huida de sí, vida derramada, discontinuidad vital y el tiem po in terior que es interiorización y existencia auténtica. Es éste el que se nos da para que con nuestra libertad realicemos la pleni­ tud moral a la que somos llamados. También en el mismo sentido in­ tervino J. Zaragüeta, El tiempo en Séneca, (VIII Sem.), al reflexionar sobre el tiempo desde el lado ético. Si el tiempo, dijo, es algo carac­ terístico del ser humano, pues sólo el hombre deja de moverse exclu­ sivamente en el presente y por ello teme y espera, para Séneca el tiempo es una cosa muy nuestra en cuanto por él nos mejoramos. Y no es que recibamos poco, según el filósofo cordobés, sino que lo per­ demos y malgastamos. Algunos temas particulares de ética fueron también objeto de es­ tudio. Demasiado sumario el de Marcos F. Manzanedo, La am istad hu ­ mana vista por L. A. Séneca (VIII Sem.). Esta virtud, la suprema de la moral pagana, debe merecer muy seria reflexión en el mundo cristiano de hoy que tiene en su programa recoger los mejores valo­ res de la cultura. Chocante, pero muy instructivo, el dicho de Séneca, que se recordó, sobre las inconveniencias de la amistad con hombres quejumbrosos. Otro tema estudiado fue el suicidio, pues si Séneca acabó con él su vida, era deuda reflexionar acerca de su actitud filo­ sófica sobre el mismo. Lo desarrolló A. Bodson, Sénéque e t le suicide (C. I.). Distinguió con Durkheim tres clases de suicidios según que estuvieran motivados en la exagerada valoración de la persona, o en la insuficiencia en orden a llenar los fines sociales de la propia vida, o a la presión insoportable del ambiente que fatalmente lo impone. Para Séneca el suicidio es siempre un deber ético, cuando están en litigio los valores morales. Según él, más vale morir que renunciar. Por lo que toca a la relación de la moral con el derecho se presen­ taron dos estudios. El de Alvaro D ’Ors, La moral y el derecho en S é­ neca (VIII Sem.) más bien negativo y depredador del sentido hon­ do del derecho en la obra de Séneca. Nos parece que el ponente no tomó plena conciencia de que el desentenderse del derecho en Séne­ ca se debe a su alta estima de la benevolencia, de la clemencia y de la amistad, virtudes que superan el derecho, pero no lo niegan. A esta luz hay que interpretar la enemiga de Séneca a la casuística jurídica,

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