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E . R IV E R A D E V E N T O S A 293 The courage to be or not to be (C. I.), analizó el famoso dicho sha­ kespeariano a la luz de la frigidez estoica de nuestro filósofo. II. ETICA Por confesión de todos los investigadores fue la Etica la preocu­ pación filosófica preferente de Séneca y hasta pudiera decirse ex­ clusiva en el sentido de que cuanto escribió sobre otras partes de la filosofía lo hizo siempre con referencia explícita hacia los problemas éticos. Para Séneca lo único importante es la forja del hombre. A ella debe supeditarse todo. Nada, por lo mismo, de admirar que esta parte haya atraído a numerosos estudiosos. La investigación más detenida ha sido la J. Todoli Duque, D im en ­ sión ética de Séneca (C. I.). Según esta interpretación hay que hablar en Séneca más de hombre moral que de ética. Sólo Sócrates puede compararse con Séneca en esta su máxima preocupación. Pero se ha de advertir la diversa orientación de uno y otro. Pues mientras que Sócrates elabora su ética dentro de una visión estrictamente helé­ nica, es decir, poniendo como norma práctica únicamente la razón, si bien no meramente teórica, sino en cuanto cristaliza en una sa­ biduría práctica, Séneca tiene por norma no el simple dictado de la razón, sino el hom bre sabio, que sabe vivir su vida en interioridad, autenticidad y fortaleza. Como notas características de Séneca se­ ñaló el ponente la de ser genial, independiente y ecléctica en el buen sentido. Peca, sin embargo, de demasiado formalista y austera. En sus exigencias prácticas Séneca llega a ser duro, y hasta pedante. W. Heistermann, Das Verhältn is von E thos und Ordo in der M o ­ ralphilosophie Senecas (C. I.), formuló en una serie de indicaciones precisas cómo la moral de Séneca gira en torno a la preocupación de transformar el uso o costumbre (« e th o s », con «epsilon») en carácter (» e th o s », con «eta»). Esta visión halla su fundamentación en que la misma physis ha de transformarse en e th os a través del logos. J. Cam­ pos, La educación de la conciencia en Séneca (C. I.), abordó este te­ ma ético desde un análisis filológico de la palabra ’’conciencia” . Si ya en Sócrates no se puede hablar de un intelectualismo puro, porque admite una ley eterna que lo limita por la voz de la conciencia, en Sé­ neca es ésta una fuerza y una acción interior que nos indica lo que tenemos que hacer y nos impele a ello. ’’An ima naturaliter christiana” , se puede llamar a Séneca en cuanto más que ningún otro filósofo de la antigüedad afirma que Dios habla en lo interior del espíritu humano por la conciencia. Sobre el modo de ir forjando en la vida el

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