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300 E L P E N S A M IE N T O D E S E N E C A . Sobre el influjo de Séneca en la literatura hubo valiosas aporta­ ciones. La de J. Carreras Artau, El senequ ismo en la literatura cata­ lana medieval (VIII Sem.), mostró cómo la literatura catalana de la edad media ve el modelo de la «perfectio formalis» en Cicerón, pero toma de Séneca los motivos morales. J. Cruz Pontes, In flu jo de S én e­ ca en la literatura portuguesa (VIII Sem.), se detuvo especialmente en el influjo de Séneca en san Antonio de Lisboa y en Alvaro Pelagio. V. SENECA Y ESPAÑA El estudio que más detenidamente abordó este tema fue el de J. C. García Borron, El senequ ismo español (VIII Sem.). De nuevo plantea este ponente el problema, objeto de su tesis doctoral, Séneca y los estoicos (Barcelona, 1956), volviendo a enfrentarse con la interpreta­ ción del senequismo español que dan por una parte Ganivet y por otra Américo Castro. Ninguna de las posturas satisface al ponente. La primera, por confusa e imprecisa. La segunda, porque Américo Castro identifica el estoicismo de Séneca con el estoicismo clásico. Y, además, es muy discutible su tesis de la no españolidad de Séneca, al menos en sus raíces caracteriológicas que enlazan a los españoles unos con otros desde mucho más atrás que Séneca. Y se ha de tener en cuenta, por otra parte, que para la biopsicología no son demasiados dos mil años. Dada la aportación de García Borrón a este problema nos admira que G. Uscatescu, Séneca nuestro con tem porán eo (Ma­ drid, 1965), no le recuerde, a pesar de que estudia detenidamente la polémica entre Américo Castro y Sánchez Albornoz en tom o a este importante tema de la historia cultural patria. Desde otro ángulo muy diverso estudió las relaciones entre Séneca y España E. Elorduy, Séneca y la filosofía de su tiempo (VIII Sem.). Es lugar común entre los estudiosos de Séneca el juzgar que el estoi­ cismo de éste no es mera repetición del griego, sino que tiene una impronta muy original. El P. Elorduy se adentra por esa impronta original y llega a la conclusión de que son sus raíces hispánicas y su temperamento hispánico las que deciden de lo más íntimo y peculiar del pensamiento de Séneca. Esto especialmente hay que decirlo de su idea de Dios. Según el P. Elorduy Séneca es claramente teísta, mas su teísmo se halla bajo el influjo de sus tradiciones patrias. De todo ello se debe concluir que la cultura occidental no se la puede identifi­ car sin más con la cultura griega, pues hay elementos distintos y has­ ta contrarios a dicha cultura, como los que hallamos en Séneca. Con criterio muy distinto se enfrentó con el problema L. Quíntela Ferrei- ro, El senequ ismo en España (VIII Sem.). Sus ideas sobre el influjo

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