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A L E J A N D R O D E V IL L A L M O N T E 205 está allí. El Reino de Dios se establece y comienza a obrar en el mundo por el mismo hecho de que está siendo proclamado (Le. 4, 14-20; Me. 1, 14 ss.). Además de la predicación Jesús es tablece el Reino con sus milagros, que son «señales» de que el Reino ya llegó y, al mismo tiempo, fuerzas eficientes que con tribuyen a establecerlo (Le. 7, 18-23). Pero, sobre todo, con su muerte y resurrección se instaura el Reino de Dios y, siguiendo la metáfora que estudiamos, se «edifica» en el mundo 8. En el libro de los H echos se describe el nacimiento y desarro llo de la Comunidad cristiana. Pero, no se trata sólo de un fe nómeno histórico, constatable por criterios positivos; más bien se quiere describir allí un acontecimiento de la historia de sa lud, la puesta en marcha —en tiempo y espacio humanos— de la economía divina de salvación querida y preparada por Dios desde el principio. En su discurso ante el Sanedrín descubre Pedro el designio de Dios de edificar otra Casa distinta del antiguo Israel, po niendo por base a «este Jesús a quien vosotros habéis crucifi cado» (Hech. 4, 10). En cada capítulo de los H echos se nos relata un nuevo progreso de la Iglesia. Los que aceptan el mensaje de los Doce son agregados a la Comunidad por medio de un bau tismo administrado en nombre de Jesús 9. El crecimiento apa rece siempre como una expansión del Espíritu de Pentecostés, bajo cuya fuerza impulsiva se realiza ,0. Como medio más visible y eficiente para impulsar el creci miento se ofrece repetidas veces la Palabra. Los apóstoles son ministros y servidores de la Palabra (Hech. 6, 4). Por contener ella la fuerza primordial el progreso de la Iglesia viene a iden tificarse con la difusión de la Palabra, considerada ésta como una especie de realidad y fuerza personalizada que se esparce, crece, se difunde, se robustece n. 8. E n la C ena, Jesús establece esta relación expresa en tre su m uerte y la instau ración del R e in o de D ios, M e. 14, 22-25, p ar. de M t. y Le. 9. H ech . 2, 37-41; 10 ,44-48; 8 ,1 2 -1 6 ; 9 ,1 0 -1 8 ; 1 9 ,5 . 10. H ech . 2, 1-14; 6, 3 ; 8, 15; 9, 17. 31; 00, 44-48; 13, 2-3; 19, 6. 11. A dem ás de la activid a d k erigm ática de los apóstoles que se describe en cad a ca p ítu lo, se h a b la d e la «p a la b ra » com o de un térm in o té cn ico p ara d esign ar el m ed io de ex p a n sión de la Ig lesia (H ech . 8, 4. 25; 9, 20 ; 10, 36-44; 11, 1. 19-20; 13, 5. 48-49; 19, 20.
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