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A L E J A N D R O DE V IL L A L M O N T E 241 está también «más allá del culto», en la medida en que el culto a Dios puede ser impulsado por la virtud moral de la religión. Lo específico del culto cristiano es, además de su origen divino, el hecho de que reproduce el m isterio del Am or del Padre a los hombres en Cristo. Indudablemente que el culto sacramental católico reproduce la Pascua del Señor: muerte, resurrección, ascensión a los cielos. Pero, ya hemos dicho que estos hechos histórico-salvíficos encuentran su última validez cuando son ex­ presiones de la Caridad: la Caridad del Padre en Cristo para todos los hombres; la Caridad de Cristo para con el Padre y pa­ ra con los hombres; y la Caridad de los hombres para con el Padre y con los hermanos. Proponer la Iglesia como una Comunidad cultual no es en modo alguno falso, ni inexacto; pero no expresa lo más hondo de la realidad de la Iglesia. Por eso ni lo cultual en general, ni aún lo litúrgico pueden tener la primacía en la acción pastoral de la Iglesia que se edifica a sí misma. Ciertos propulsores del movimiento litúrgico exageran la importancia de lo litúrgico dentro de la vida actual de la Iglesia, especialmente en la ac­ ción pastoral. Una atenta reflexión sobre las necesidades de la Iglesia actual en su propio seno y, sobre todo, en su relación con el mundo a quien es enviada, nos llevaría a la conclusión de que, no es precisamente el elemento cultual, sino el elemento kerig- mático el que exige nuestra máxima atención cuando tratemos de colaborar en el crecimiento del Cuerpo de Cristo. No habrá inconveniente en repetirlo. Hay que impulsar el crecimiento de la Iglesia con todas las fuerzas que el Espíritu pone constante­ mente a nuestra disposición: Palabra-culto-testimonio-carismas. Pero creemos que la circunstancia vital de la Iglesia en nuestros días exige, dentro de este despliegue pleno de fuerzas, que se dé preferencia a la Palabra, a fin de que los otros elementos co­ bren vitalidad, sentido y vigor desde la raíz que es la fe, fruto de la Palabra 50. 50. E sta p re fe re n cia p or la P astora l en el c iclo de la fe se advierte en F r. X . A r n o ld , Al servicio de la fe, H erder, B u en os A ires 1960. S obre la im ­ p o rta n cia de la «E van gelización -m isión » en la Iglesia p u ed e v e rse : A . M . H e n ry , Teología de la Misión, B a rcelon a, H erder, 1961; P. H itz, Pregón mi­ sionero del Evangelio, B ilbao, D esclée d e B r., 1960.

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