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A L E J A N D R O D E V IL L A L M O N T E 2 3 7 nuevas de vida apostólica, el comienzo de una nueva era en la Iglesia 40. Francisco se presenta al mundo como «pregonero del gran Rey» 41. La restauración de la Iglesia que Francisco em­ prende se ha de lograr por la predicación y el ejemplo. Es cu­ rioso observar cómo un hombre que quiere restaurar a fondo la Iglesia cuenta en forma tan escasa con lo litúrgico. Ciertamen­ te que el franciscanismo fomenta, en forma desconocida hasta entonces, la frecuencia de sacramentos: penitencia y comunión. Crece la devoción a la eucaristía. Pero la frecuencia de los sa­ cramentos no es fomentada pensando directamente en su valor cultual. Se revaloriza la Misa, la comunión y confesión como ex­ presiones o medios, según los casos, de llegar a la caridad: Ca­ ridad para con Dios y de medios de hacer más honda y segura la caridad apostólica que culmina en la acción al servicio de los hermanos. El aspecto cultual de la vida cristiana está resaltado más bien fuera de lo litúrgico: en la vida de oración intensa en Francisco. Pero la «contemplación» está también orientada y se subraya como raíz de una más intensa vida apostólica: C on tem - plata aliis tradere. Ocupa un primer plano en san Francisco el «testimonio» de una vida pobre y humilde a semejanza de Cris­ to. Pero el ejemplo es también visto en orden a la predicación: un caso fuerte de predicación con obras, que es la más con­ vincente 42. Al fondo de estos métodos de acción pastoral está la con­ templación franciscana de la Iglesia como Comunidad en el amor-Caeíus Cañ ta tis. La palabra que se proclama es siempre «la palabra que inspira amor». Si la ejemplaridad de vida tiene valor de testim on io es porque la vida pobre, mortificada de Fran­ cisco es una manifestación de un amor concreto y plastificado a Cristo y a los hombres. También tenemos en la historia de la Iglesia católica pode­ rosas fuerzas espirituales que han cuajado en la fundación de instituciones de caridad: enseñanza religiosa, asistencia a la mi­ 40. Collationes in Hexaemeron, X X I I , 20-23; O p. o m „ V , 440-44la. 41. T . de C e la n o , Vida de san Francisco, I, cap. V II, nr. 16; cap. X , nr. 23; S. B u en a v en tu ra , Leyenda de san Francisco, p r ó l.; cap. II, nr. 5. 42. S obre la ín d o le del p rim itiv o ap ostola d o fra n cisca n o puede verse, V itu s a Bussum , De SpiritiuUitate Franciscana, R om a e 1949, especialm en te pp. 120-126; 194-206.

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