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A L E J A N D R O D E V IL L A L M O N T E 2 3 3 Parece indudable, según decíamos (p. 219), que en san Juan predomina lo cultual sobre los demás elementos. Justamente ha merecido el título de »liturgo entre los apóstoles» 34. La tradi­ ción concede a Juan el titulo de «teólogo» por excelencia. Y teó­ logo significaba, en el ambiente religioso en que se redactaron los escritos joánicos, el que cantaba himnos a la Divinidad en un ambiente cu ltua l35. Sin duda que, al fondo de todo, Juan con­ cibe la Iglesia como una Sociedad de Caridad o Comunidad en el Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu 36. Pero, la Caridad es­ tá especialmente vinculada al culto, al sacramento. Un testimonio claro de esta visión de la Iglesia como socie­ dad cultual se nos ofrece en el conocido texto de Pedro, cuando nos habla de la edificación de la Iglesia como templo vivo de Dios, levantado sobre Cristo como piedra angular, para formar una comunidad, un pueblo sagrado de adoradores y glorifica- dores de Dios en medio del mundo 37. Los aspectos cultuales de la Comunidad cristiana también aparecen subrayados con especial relieve en la epístola a los Hebreos. La superioridad de la Iglesia sobre la sinagoga, de la nueva Alianza sobre la antigua, queda bien manifiesta princi­ palmente por la superioridad del sacerdocio, del culto, del san­ tuario donde se verifica el culto. Las aplicaciones parenéticas se hacen partiendo desde este punto de vista cultual (Hb. 7-8-9-10). Otra vertiente distinta para contemplar la Iglesia podría en­ contrarse en san Pablo. Ya hicimos mención de la importancia de lo cultual en Pablo, en su modo de ver la Iglesia. Sobre todo el bautismo y la Cena son formas privilegiadas y especialmente intensas de reproducir la Pascua del Señor y de hacer Iglesia. Pero, también nos parece claro que Pablo, personalmente, se 34. E. S ta u ffe r , Die Theologie des Neuen Testaments, G e n f 1945, p . 181 ; c fr. p p. 24-26. S obre la Ig lesia co m o C om u n id ad cu ltu al en to d o el N . T es­ tam en to se re co g e n textos allí m ism o, p p. 178-184. 35. E . S ta u ffe r , ob. cit., p p. 155-585 ; E. E b e lin g , Theologie, R G G ., V I, 754-758; U . K ü h n , Theologie als Gottesdienst, en Theologische Literaturzei­ tung, 89 (1964) 118-126. 36. I Jn . 1, 3 ; Jn . 17, 21 ss. 37. I P et. 2, 4-10. C om en ta rio a este re sp e cto ; cfr. Y . M . C o n g a r, Le mystère du Temple, p p. 207-222.

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