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220 P A L A B R A , C U L T O Y T E S T IM O N IO . Dentro de este elemento o fuerza edificadora de la Iglesia in cluimos la conducta, el comportamiento moral práctico de los cristianos, en cuanto éste tiene eficacia para impulsar el creci miento de la Iglesia. En nuestro lenguaje actual podríamos ha blar del valor apostólico del buen ejem p lo. Modernamente cono cemos a importancia que se da a la vida concreta, ejemplar, del cristiano como «testimonio» que confirmaría la verdad del cris tianismo y podría impulsar a otros hombres a ingresar en la Iglesia. Vamos a señalar cómo el Nuevo Testamento no desco noce este aspecto «edificante-edificador» de la conducta del cristiano. En ej pasaje varias veces mencionado de los Hechos, la con ducta «ejemplar» de los seguidores de los apóstoles, era motivo de «edificación» para toda Jerusalén. Especialmente «edificante» resulta este comportamiento cuando está unido a la práctica del culto de Dios en el templo, a la caridad fraterna, en que to dos eran un solo corazón y una sola alma (Hech. 4, 32-37). Esta caridad tenía sus manifestaciones externas en los ágapes fra ternos y en la comunidad de bienes de la Iglesia madre de Je rusalén (Hech. 2, 42-47). Pablo tiene muy en cuenta la conducta de los cristianos como fuerza edificadora de la Iglesia: «Cada uno de vosotros trate de complacer al prójimo mirando a la edificación, como Cristo tampoco trató de complacerse a sí mismo» (Rm. 15, 2; cfr. cap. 14-15). El mismo problema se presentaba en Corinto con re lación al comer o no comer la carne sacrificada a los ídolos. Teóricamente todos sabemos lo que hay que hacer; pero, en el comportamiento concreto hay que hacer aquello que sea más ed ificante; guardando respeto a la conciencia del prójimo, según exige la caridad, que es lo único que edifica (I Cor. 8, 1; cfr. ib. 1-12). En todo este asunto hay que seguir aquello «que fomenta la paz y edificación de unos para con otros» (Rm. 14, 19). Tam bién pueden edificarse unos a otros animándose a esperar vigi lantes el advenimiento del Señor Jesús (I Tes. 5, 11). Ya los tex tos citados nos indican que la conducta del cristiano es «edifi cante» sobre todo cuando está presidida por la caridad. Sólo por estar y en cuanto están fundamentados sobre la caridad 4. Elemento ético.
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