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m P A L A B R A , C Ú L T O Y T E S T IM O N IÓ . taba su oración por la salvación de todos sus evangelizados, para que la Palabra de Dios arraigase y diese pleno fruto en los cora zones de los hombres donde había sido sembrado (Ef. 3, 14-20; 2 Tes. 3, 1; Rm. 15, 30; Ef. 6, 17; 2 Cor. 1, 10). Finalmente, la misma Palabra y la fe que ella provoca están expresamente referidas a la alabanza y glorificación de Dios: La fe se ordena a confesar y glorificar a Dios en Jesucristo. La fe que salva es la fe que se termina en la invocación del nombre del Señor. «Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no creye ron? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no oyeron?. ¿Y cómo oirán sin haber quien predique?» (Rm. 10, 14; cfr. ibid. 10, 5-21). Pablo bautizó pocas veces, según él dice (I Cor. 1, 16). Sin embargo, el bautismo es para él principio básico del vivir cris tiano. Por él los hombres se transforman en s e r e s-en -C r is to : Cristo está en cada hombre y cada hombre en Cristo. El bautis mo es el primer paso en la expansión vital de Cristo, por el he cho de que el bautismo reproduce en cada cristiano la muer te y resurrección de Cristo (Rm. 5-11; Col. 3, 1 ss.). Por el bau tismo son revestidos de Cristo los cristianos; comienzan a par ticipar del Espíritu de Cristo 22. El punto de enlace para ver la importancia del bautismo en el crecimiento del Cuerpo de Cristo está en la afirmación constante de Pablo de que el bau tismo se comunica el Espíritu de Cristo; es decir, la realidad gloriosa y pneumatizada de Cristo se comunica a todos los bau tizados y en este sentido Cristo crece en ellos. La importancia de lo cultual en la edificación del Cuerpo de Cristo culmina en la Cena, donde la presencia de Cristo en la Iglesia y en cada cristiano es más intensa que nunca. La Cena del Señor, tal como la describe Pablo en I Cor. 11, 17-34, tiene la máxima importancia en la edificación de la Iglesia bajo un triple aspecto: En primer lugar la Cena constituye el momento cumbre de la proclamación del kerigma de salvación: La Cena es la 'proclamación de la muerte del Señor hasta que El venga (I Cor. 11, 26). Pero, al proclamarla, la realizan, cosa que no se logra en la Palabra predicada, en forma semejante. Por otra par te, la Cena es el sacrificio de la nueva alianza y, como tal, no 22. T it . 3, 5 -6; I C o r. 12, 4 -31 ; E f. 4, 5 ; R m . 8, 1-27.
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